Alejandro Gil Fernández, vice primer ministro y titular de Economía y Planificación, en su intervención en el III Pleno del Comité Central para presentar el Plan de la Economía Nacional 2022 incluyó la “dolarización parcial de la economía”, entre las cuestiones negativas en las que “resulta necesario concentrar la atención”.
Han transcurrido poco más de dos años desde que regresó el empleo de divisas en operaciones internas en la isla. A lo largo del proceso, el discurso oficial del ministro de Economía cubano ha pasado de la negación del hecho a su aceptación y finalmente a su reconocimiento como factor negativo.
EL DISCURSO OFICIAL: DE LA NEGACIÓN AL RECONOCIMIENTO
En la Mesa Redonda, del 16 de octubre de 2019, ante la interrogante de si ¿el país está regresando a una dolarización de su economía? el ministro de Economía respondió: “esto no es dolarización de la economía”.
En el contexto de su declaración empezó en Cuba la venta de electrodomésticos, partes y piezas de carros y otras mercancías en divisas convertibles. Dentro de ese marco, el principal argumento para la negación del proceso de dolarización lo constituyó el hecho de que se diseñó la comercialización de los bienes solo mediante el empleo de tarjetas magnéticas en monedas libremente convertibles (MLC) referenciadas en USD, lo que excluyó el empleo de efectivo en las transacciones de compra.
Gil Fernández aseguró al respecto que “se incorpora otra moneda. Pero no circulará de manera efectiva. No se realizarán transacciones ni operaciones en dólares, sino que se efectuarán mediante el comercio electrónico”.
Este argumento “de que como el dólar físico no funcionaría en el nuevo canal de comercio en divisas, entonces no habría dolarización” fue desmontado por el reconocido economista cubano Pedro Monreal. “El problema es que el dólar es dinero, y este no se circunscribe a los billetes”, subrayó.
Ante el cuestionamiento de si ¿el país está regresando a una dolarización de su economía?, Monreal enfatizó que el país había “regresado a una dolarización parcial de su economía. Es decir, se produce —en determinado grado— una sustitución de la moneda nacional por el dólar de EE. UU.”.
De conjunto con Monreal, otros prestigiosos expertos en Economía de la isla como Oscar Fernández, Ricardo Torres, Mauricio de Miranda y Pavel Vidal respaldaron la idea de que la dolarización parcial se expresó desde la apertura de las primeras tiendas en MLC.
Para referirse al proceso los especialistas también emplearon el término redolarización parcial. Ello no implica ninguna diferencia, es solo una referencia terminológica a la década de los noventa —antes del surgimiento del CUC— en que se realizaban transacciones en dólares estadounidenses en las llamadas tiendas de “recuperación” de divisas.
Al decir de Vidal, “la redolarización parcial se oficializó al crearse un grupo de mercados minoristas estatales que utilizan como unidad de cuenta y medio de pago el dólar estadounidense”.
En términos prácticos, comenzó la circulación del dólar en la economía interna y, a partir de ese momento, ningún ciudadano cubano pudo acceder a la compra de electrodomésticos, partes y piezas de carros y otras mercancías (de gama media y alta) expendidos en las nuevas tiendas en divisas, si no contaba con el respaldo de monedas foráneas en sus tarjetas bancarias.
Sobre el alcance de esta comercialización de bienes, el titular de Economía cubano refirió que se trataba “de una venta en USD de determinados productos y en determinados establecimientos”.
A pesar de esta afirmación pública, las ventas en divisas se extendieron a todos los productos básicos, incluidos los alimentos y el aseo.
Pedro Monreal subrayó que el avance de la dolarización parcial se expandía “en Cuba como instrumento de gestión de la crisis, especialmente para controlar la inflación y aliviar el empeoramiento de la balanza de pagos”. Sin embargo, llamó la atención sobre el hecho de que esta solo aliviaba, pero no resolvía “problemas de fondo que debilitaron el sistema monetario y financiero”, y además elevaba los “riesgos de una devaluación del CUP”.
Alejandro Gil Fernández reconoció de forma oficial el proceso de dolarización en la isla, en comparecencia en la Mesa Redonda del 14 de octubre de 2020. Conceptualizó la “dolarización parcial como una medida necesaria, y no deseable”.
El presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez sostuvo el mismo criterio, pocos días después, al declarar que se tuvo que “introducir una necesaria y no deseable parcial dolarización en la economía”.
Tras la negación inicial del fenómeno, las declaraciones del titular de Economía y el mandatario cubano constituyeron el reconocimiento oficial del proceso al que solo los expertos llamaron por su nombre desde su comienzo.
LA DOLARIZACIÓN EN EL CONTEXTO DE ORDENAMIENTO
Alejandro Gil Fernández definió las afectaciones de la dolarización parcial —junto a las pérdidas empresariales y su relación con la subida de precios, y la inflación minorista— como una de las tres cuestiones negativas en las que deberá centrarse la atención de la economía en el año que recién comienza.
La calificación del fenómeno como negativo se produce en un contexto en el que la dolarización ha devenido en una devaluación que ha acrecentado la inflación y agravado la carencia de productos de primera necesidad. También ha profundizado la desigualdad entre quienes tienen y no acceso a los USD. Ninguna de las medidas adoptadas para paliar los efectos negativos del ajuste cambiario han podido compensar el deterioro del poder adquisitivo.
En criterio de Pedro Monreal, tras un año de implementación de la “en teoría” unificación monetaria y cambiaria en la isla, “lejos de unificación monetaria se ha producido una creciente dolarización parcial, hay una disparidad enorme entre la tasa de cambio oficial y la tasa informal y no se contiene la inflación”.
En el mercado informal el dólar y el euro han casi triplicado las tasas oficiales, debido a la conjugación de factores como la inexistente venta de divisas en las tasas establecidas por parte del Estado, las restricciones a la entrada de remesas en la isla y una demanda en aumento de USD en efectivo, tras la apertura de fronteras y el restablecimiento de los viajes internacionales.
El escenario de falta de liquidez estatal para sostener la venta de divisas se une a la sostenida carencia de oferta de productos en moneda nacional. En este sentido, Óscar Fernández ha remarcado que la dolarización potencia “brechas reales de desigualdad”. Y “mientras el Estado no intervenga en el mercado cambiario para ofrecer alguna vía legal de acceso a las MLC a cambio de pesos cubanos, la política estatal estará excluyendo del consumo de esas tiendas a grandes masas de personas”.
Marino Murillo Jorge, quien presidió la Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo, reconoció el incremento en la inconvertibilidad de la moneda, en su primer balance público después del “día cero” acerca de la implementación del ordenamiento en un contexto de dolarización del mercado cubano.
Según ha explicado Mauricio de Miranda, esto se debe a que “tal y como ocurrió en los años noventa, diversos servicios y una serie importante de bienes han comenzado a ofrecerse en el mercado que opera en divisas, por lo que la dolarización avanza a expensas del uso del peso cubano. Esta situación es una razón adicional para que la moneda cubana se deprecie, simplemente porque con ella no es posible satisfacer todas las necesidades de consumo doméstico”.
El balance general del ordenamiento en un contexto de dolarización parcial ha sido negativo; tanto como la dolarización misma.
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