Sobre el escenario la vida se sucede como la idean los dramaturgos, como la sienten los artistas, como la ven los directores y el equipo de creación, que es, en definitiva, interpretar la realidad. Desde las butacas de la luneta el público se hace cómplice, se pone de parte de uno u otro personaje de la historia contada, se adentra en la narración. De ahí que aquel 22 de enero de 1869, en el teatro Villanueva de La Habana, cuando desde las tablas se escuchó aquel «¡Viva la tierra que produce la caña!», las ovaciones de los espectadores no fueron otras que: «¡Viva Céspedes! ¡Viva Cuba Libre!».
La obra presentada era Perro huevero aunque le quemen el hocico, de Juan Francisco Valerio, que asumía el grupo Caricatos con el fin de recaudar fondos para la lucha insurreccional que se libraba en el oriente del país. Ante tal desafío, el cuerpo de voluntarios de la ciudad emprendió una masacre que quedó en el imaginario popular como los sucesos del teatro Villanueva.
Más de un siglo después, en 1980, se declaró el 22 de enero como Día del Teatro Cubano.
En nuestro país ese arte ha transitado por varios periodos que lo han ido reconfigurando y nutriendo, aunque su raíz siempre estuvo ligada a la autenticidad y a la cotidianidad social. Los últimos dos años han marcado las formas de crear. Nuestros artistas se han visto obligados a buscar otras vías de ensayo, de llevar hasta el público su arte. Lo que no ha sucedido –a pesar del cierre temporal de las salas de presentación– es el olvido del teatro.
Recontextualizaciones de obras extranjeras que se adaptan a la realidad cubana, textos de escritores del patio, clásicos y contemporáneos han visto la luz mediante el teleteatro, las puestas en escena desde la virtualidad… Nuestros artistas no quedaron desamparados durante la pandemia, mucho menos sus creaciones.
Hoy, cuando se prueba una nueva normalidad, para celebrar esa fecha que marcó el compromiso definitivo de los artistas de las tablas cubanas con el destino de la Patria, desde el pasado 7 de enero y hasta el día 31, en la capital se desarrolla la Jornada Villanueva. Como parte de la diversa programación que ya tiene lugar bajo la dirección del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, destacan la reanudación de los espectáculos presenciales en todo el país, los talleres, paneles, conversatorios, las lecturas dramatizadas, tertulias, así como espacios de encuentro con la crítica, presentaciones de libros y revistas.
El cenit de esta celebración será la entrega, el sábado 22, del Premio Nacional de Teatro 2021 a Dagoberto Gaínza, en la sala Llauradó del Complejo Cultural Vicente Revuelta, un merecido homenaje a ese teatrista santiaguero que, con más de ocho décadas de vida, se mantiene activo, como si la sangre que corre por sus venas se debiera al aplauso del público de esa, su ciudad natal que tanto le quiere, sobre todo por interpretar a Santiago Apóstol, patrón de la Ciudad Héroe, un personaje imprescindible en las fiestas populares de la provincia.