Holguín.–Cuando Hidalmis Hidalgo Estupiñán y su hijo Leodanis Salvador Cuenca llegan a la escuela primaria Alcides Pino Bermúdez, donde estudian 88 niñas y niños, resulta difícil determinar cuál de los dos está más alegre.
«¡Esto es maravilloso!», atina a decir la joven madre, al solicitársele que opine sobre el plantel renacido tras una reparación capital; parte de las acciones emprendidas con apoyo gubernamental para solucionar progresivamente los problemas sociales que afectan a los pobladores de El Paraíso, barrio de la periferia de la capital provincial.
Los cambios en progreso son allí notables, situación que constató, a finales del pasado año, el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, quien además de visitar la citada escuela y reconocer la calidad de las acciones constructivas realizadas, apreció la marcha de las labores que darán origen a un nuevo complejo recreativo y comprobó el buen hacer de la brigada de la filial holguinera del Fondo Cubano de Bienes Culturales, que estaba a punto de concluir la recuperación integral del consultorio médico de la comunidad.
EL BUEN HÁBITO DE CONSULTAR AL COLECTIVO
«Las obras responden a prioridades establecidas por los vecinos, consultados apenas se conoció que el Gobierno estaba promoviendo un grupo de mejoras, las cuales coincidían con planteamientos no resueltos en nuestra comunidad», explica Orlys Pacheco García, delegado de la circunscripción 14 del consejo popular Alcides Pino.
«Aquí hay hábito de consultar con la gente, porque el Grupo de Trabajo Comunitario trabaja sistemáticamente. Tenemos muchos ejemplos de lo que hemos resuelto con esa forma de encarar las necesidades. No hace mucho nos asignaron cuatro teléfonos y la idea inicial era ponerlos en manos de las personas más destacadas, pero desarrollamos un análisis con la mayor participación posible de vecinos y el acuerdo colectivo fue crear centros agentes y ubicarlos en las áreas con menor número de teléfonos en los hogares».
Narra que, en medio de la ola de transformaciones acometidas con participación estatal, decidieron contribuir a la reparación de las calles. Aunque las gestiones fueron varias, solo pudieron adquirir uno de los tubos para evitar los daños que causan las corrientes de agua al llover. Entonces, con el fin de determinar dónde colocarlo, no se dudó en escuchar el parecer de mucha gente.
Tiempo atrás, con el consentimiento de la mayoría de los vecinos, también procuraron recursos para reparar la maltrecha cubierta del consultorio médico, y fueron puestos en manos de trabajadores por cuenta propia los dos puntos de agua potable, recuerda Pedro Ricardo Guerrero, integrante del Grupo de Trabajo Comunitario.
¿CÓMO COMPULSAR AL BARRIO?
Hace unos cinco años que Orlys Pacheco, apoyado en sus experiencias de activista deportivo desde que era un muchacho, promovió un grupo de acciones que dieron pie al proyecto comunitario El Paraíso: Mi barrio se mueve.
«Junto con el Grupo de Trabajo Comunitario, que también se convirtió en gestor del proyecto, se me ocurrió despertar a la gente que no mostraba entusiasmo por los cambios que dependían de nuestras ideas y manos. Lo primero fue convencer a los vecinos para eliminar dos microvertederos, uno de los cuales felizmente convertimos en minigimnasio rústico. Se trata del mismo que cobrará otro aire, porque es parte del complejo recreativo en construcción».
Con consentimiento de las autoridades forestales del municipio convirtieron el otro vertedero en una pequeña finca comunitaria, destinada a la siembra y cosecha de plátano burro y a la cría de gallinas rústicas. La producción, explica Orlys Pacheco, se destina a ayudar a los vecinos más vulnerables, casi siempre ancianos y enfermos.
«Cuando el policlínico Alcides Pino hubo que emplearlo para ingresar enfermos de la covid-19, le suministramos parte de la vianda cosechada. Por aquellos días también les entregamos escobas, trapeadores y jabolina, productos aportados por vecinos que son trabajadores no estatales».
Para atraer a adolescentes y jóvenes crearon el Festival de la Amistad, que durante tres días al año, principalmente alrededor del 14 de febrero (Día de los Enamorados), combina actividades culturales y deportivas con ofertas gastronómicas que no reportan gastos al Estado, porque todo lo aportan los vecinos y los trabajadores por cuenta propia.
Dos años atrás acordaron realizar el Festival del Árbol, que lleva a muchachas y muchachos a la cercana Colina de los Internacionalistas, con posturas de plantas frutales y maderables, las cuales siembran, igual que hicieron muchas veces los combatientes que partían a cumplir misiones en África.
Por tres años consecutivos han traído la Feria del Libro a la comunidad. Personas que viven aquí ofrecen gratuitamente sus coches para transportar los libros y a quienes los venden.
Las ideas fluyen una tras otra. Ahora proyectan crear un ranchón criollo en un rincón de la Finca Comunitaria. Igualmente, será levantado con recursos aportados por gente del barrio. Llevará, entre otras cosas, unas 15 mesas, juegos de damas, dominó y ajedrez. La regla número uno será no consumir bebidas alcohólicas.
Se proponen que actúe en horario diurno como Círculo de Abuelos, para los ancianos de la comunidad. Si una muchacha arriba a sus 15 años, podrá realizar gratuitamente su fiesta, pero si alguien de otro lugar lo solicita con igual fin, pagará el correspondiente alquiler. En este caso, el dinero recaudado servirá para invertir en el local, auxiliar a personas vulnerables y resolver otros problemas, entre ellos la reparación de calles.
«Queremos darle un espacio permanente a los artesanos y a otros trabajadores que ofertan servicios necesarios. Con todo eso va creciendo el concepto de que podemos hacer más para solucionar las afectaciones sociales y aliviar al Estado, aunque sabemos que este no dejará de ayudarnos».
Orlys Pacheco parece rejuvenecido tras escuchar el reciente llamado del Presidente Díaz-Canel a apoyar los proyectos comunitarios desarrollados en los barrios antes del inicio del impulso gubernamental en marcha. Ahora su único deseo es ponerle más corazón a lo que hace, junto a su equipo de trabajo.
INDICACIONES DEL PRIMER SECRETARIO
- Para que las comunidades salgan de la condición de vulnerabilidad no se pueden realizar intervenciones verticales en ellas, sino propiciar cambios horizontales que respondan a las necesidades de los habitantes y recaben su participación.
- Las acciones para transformar los barrios tienen que encontrar salida en los presupuestos municipales, los problemas acumulados no pueden solucionarse de una vez, pero sí poco a poco.
- Este programa debe cimentarse sobre una sólida relación entre el pueblo y las autoridades como sus representantes: las prioridades del barrio las define la población, y luego los delegados tienen el deber de llevar esas propuestas y preocupaciones del pueblo a la Asamblea Municipal del Poder Popular.
- Las entidades estatales que se encuentran enclavadas en una comunidad no pueden desentenderse de los problemas de esta, es su deber contribuir en cuanto sea posible a su transformación.
- Las soluciones deben ser sostenibles en el tiempo, para revertir la vulnerabilidad hay también que capacitar a las personas, y buscarles empleo, en aras de que con el propio esfuerzo puedan transformar su situación.
- Tampoco puede permitirse que haya jóvenes desvinculados del estudio y del trabajo. El cambio tiene que implicar no solo la vida material de la comunidad, sino también la espiritual.
- Esta constituye, además, una oportunidad para que se ejerza el control popular, como una manera de certificar la calidad de los trabajos y garantizar la efectiva participación del pueblo.
