El dopaje es una práctica carente de ética y muy peligrosa, que pone en peligro la vida de los deportistas. Para tratar de combatirlo, se intenta ponerle un estrecho cerco con leyes cada vez más rigurosas, campañas de información y la firma de convenios de colaboración entre distintos organismos a favor de un deporte limpio.
Es una lacra difícil de erradicar, y en su derrotero ha ensombrecido famosas competencias como los Juegos Olímpicos y campeonatos mundiales. Tal es el caso del estadounidense Cottrell Jack Hunter, quien estuvo casado por tres años con la estelar corredora Marion Jones. Hunter, quien murió a los 52 años, no compitió en la cita bajo los cinco aros de Sidney-2000 porque se comprobó que había consumido una cantidad de nandrolona (sustancia de fácil detección) mil veces superior a la que podía soportar su cuerpo.
Subcampeón mundial en lanzamiento del martillo en pista cubierta, en Barcelona-1995, bronce en el certamen del orbe al aire libre en Atenas-1997 y oro en Sevilla-1999. Al margen de su fallecimiento, estuvo la forma de actuar de las autoridades deportivas estadounidenses, quienes no le comunicaron al coi el dopaje de Hunter, pues este solo lo conoció cuando la antigua Federación Internacional de Atletismo (IAAF) lo hizo llegar a su similar de Estados Unidos.
El príncipe belga, Alexandre de Merode, ya fallecido, pero presidente del Comité Médico, en aquella ocasión explicó que el fraude del estadounidense fue comprobado en el laboratorio de Oslo, y que el caso era igual al de otros cinco atletas de EE. UU., detectados en su territorio antes de los Juegos de Seúl-1988, y así compitieron. Preguntado Merode si esos casos habían sido tapados por las autoridades deportivas estadounidenses, contestó que sí.
¿Cuántos años los directivos de la gimnasia artística en ese país callaron ante las prácticas lascivas del doctor del equipo femenino, Laurence Gerard Nassar, quien valiéndose de su prestigio ante el colectivo de deportistas, cometía sus fechorías, y fue castigado, tras dos décadas de abusos sexuales a 156 jovencitas, con el silencio cómplice de sus dirigentes?
Nassar manipulaba a sus víctimas para ejercer sus abusos, y entre tantas perjudicadas estuvo Simone Biles, cuatro veces campeona olímpica, quien no pudo completar su competencia en Tokio-2020, por no sentirse en plenitud de condiciones, debido a una depresión, según afirmó.
El llamado caso Balco fue otro episodio creado en Estados Unidos para fabricar y suministrar un método de dopaje, el cual tuvo por resultados 11 atletas sancionados y otros tres amonestados, en una práctica iniciada por el entrenador Trevor Graham, cuando envió una jeringuilla con la entonces indetectable THG a los atletas Tim Montgomerie y su compañera Marion Jones, campeona olímpica y mundial. Podríamos citar miles de casos de dopaje, en los cuales, además de los entrenadores, tienen una alta responsabilidad los dirigentes del deporte, encargados de velar por cuidar el juego limpio, y actuar con total transparencia, en lugar de taparlos en busca de una medalla que, una vez descubierta la falta, es la peor del desprestigio.