Como fue adelantado hace unas semanas, las compras de Navidad sufrieron un bajón sustancial en Estados Unidos. No ocurrió solo en Florida o Miami. Se trata de una realidad que se extendió por todo el país.
Hay varias explicaciones: la mayoría de ellas afloró esta semana con la publicación de los primeros datos de los vendedores, canalizados por la agencia Associated Press (AP). Van desde la escasez de productos de venta general hasta el aumento de precios y el surgimiento de la variante Ómicron de la COVID-19.
A fines de noviembre hubo, en efecto, una explosión de compras que, por los precios, se redujo drásticamente en diciembre, cuando los presupuestos familiares tuvieron que reducirse. La mayoría de los compradores tuvieron que lidiar con precios mucho más altos que el presupuesto planificado.
“Un factor clave ha sido la inflación. El 6% alcanzado no le facilitó la vida a nadie. La gente tuvo que desviar sus recursos hacia otros gastos, como los normales del día a día”, explicó a OnCuba la analista de mercado Lucía Muñoz.
Las ventas minoristas enfrentaron un aumento de casi 2% en los precios de los productos en todo el territorio estadounidense, lo que provocó en diciembre un aumento de 0.3%. Las ventas habían aumentado un 1.8 % en octubre porque los consumidores, preocupados por la escasez de productos, se adelantaron a sus compras navideñas. Aun así, las ventas minoristas aumentaron un 16.9% el mes pasado en comparación con diciembre de 2020, dijo el viernes el Departamento de Comercio. Durante todo 2021, las ventas aumentaron un 19,3 % en comparación con el año anterior.
Las caídas del gasto se repartieron entre numerosos sectores. Las ventas de tiendas departamentales cayeron un 7%, las de restaurantes un 0.8% y las en línea un 8.7% en comparación con el mes anterior, según el informe referido. Es decir, las ventas en línea no fueron un factor significativo en estas navidades, como se esperaba, concluyó la agencia AP.
Ómicron fue identificado por la Organización Mundial de la Salud a fines de noviembre. El informe de diciembre del Departamento de Comercio es el primero en captar algunos de sus efectos en el comportamiento del consumidor.
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El informe minorista mensual cubre solo alrededor de un tercio del gasto total de los consumidores y no incluye el dinero gastado en cosas como cortes de cabello, estancias en hoteles o boletos de avión, todo lo cual tiende a hacer que el negocio disminuya cuando la ansiedad por la COVID-19 aumenta. En noviembre, no obstante, las ventas de restaurantes registraron un aumento del 1%, el mejor desempeño del sector desde julio en el país.
Los analistas de la industria sospechan que los compradores que esperaron hasta el último minuto, no encontraron lo que querían y compraron tarjetas de regalo, no aparecerán en los datos minoristas hasta que se canjeen esas tarjetas. La entidad no dio cifras posibles del valor total de las tarjetas compradas.
Es un hecho que esta era única en la que vivimos ha sesgado una serie de indicadores económicos. Muchos economistas creen que el ajuste estacional de las ventas minoristas se ha visto afectado por la pandemia, que ha alterado los patrones de gasto de los estadounidenses.
El ajuste estacional tiene por objeto dar cuenta del pico normal de compras en diciembre para la temporada navideña. Sin embargo este año, debido a la escasez, los estadounidenses comenzaron a comprar temprano para las fiestas y el ajuste estacional podría haber exagerado cualquier retroceso de diciembre. Y los estadounidenses este año no han retrocedido en el gasto. Lo que están haciendo es gastar su dinero de manera diferente.
La Federación Nacional de Minoristas está analizando las cifras de ventas del mes pasado y publicará su informe en los próximos días. El grupo de comercio minorista más grande del país ha proyectado un crecimiento récord de 8.5% y 10.5%, en comparación con los mismos dos meses del año pasado, lo que en cierta medida contradice al Departamento de Comercio.
Mastercard SpendingPulse, que rastrea todo tipo de pagos, incluidos efectivo y tarjetas de débito, informó a fines del mes pasado que las ventas navideñas aumentaron un 8,5% desde el 1 de noviembre hasta el 24 de diciembre con respecto al año anterior. Ese fue el ritmo más rápido en 17 años. Pero la mayoria de las compras, como se vio, ocurrieron en noviembre.
“El gasto de los consumidores seguirá siendo la piedra angular del crecimiento económico este año, pero el camino a corto plazo será irregular en medio del aumento de los casos de Ómicron”, dijo Lydia Boussour, economista principal de Oxford Economics. Lo mismo piensa Stephen Stanley, economista jefe de Amherst Pierpoint, señalando le existencia de un mercado laboral fuerte y una demanda acumulada masiva además de “una enorme cantidad de dinero extra para gastar”. “La gente volverá a gastar una vez que la ola de Ómicron se desvanezca”, predijo Stanley.
Lo cierto es que “comenzamos la temporada navideña en una posición sólida, pero desde entonces hemos experimentado varias consecuencias de la variante Ómicron, que incluyen mayores restricciones de capacidad, disponibilidad de personal más limitada y horas de funcionamiento reducidas en ciertos lugares”, dijo el CEO de Amherst, Calvin McDonald.
Y la inflación se ha asentado en casi todos los niveles de la economía, lo que obligó a la Reserva Federal estadounidense a dejar de describir el aumento de los precios como algo “transitorio”.
La inflación saltó a su ritmo más rápido en casi cuarenta años el mes pasado, un aumento del 7 % respecto al año anterior que está incrementando los gastos domésticos y afectando las ganancias salariales. Y los picos de precios más grandes están golpeando donde los estadounidenses pueden sentirlo, con el costo de las casas, los automóviles, la ropa y los alimentos.
Los analistas no prevén un cambio significativo en la próxima temporada navideña si la pandemia permanece entre nosotros.