Un sacudón estremeció la pasada semana a los telespectadores que siguen por Multivisión la serie Estación 19, al reflejar, en el tránsito del capítulo 11 al 12 de la cuarta temporada, uno de los más tremendos acontecimientos de la vida política estadounidense en tiempos recientes: el asesinato de George Floyd en Minneapolis, víctima de la brutalidad policial.
Si para la audiencia cubana, que vive una realidad diferente, resultó sensible el reflejo del impacto del crimen, mucho más lo fue para la que en Estados Unidos, al ser transmitidos los capítulos citados en abril de 2021 por ABC, una de las cuatro más grandes cadenas de esa nación, reactivó los efectos del mazazo recibido un año antes, exactamente el 25 de mayo de 2020, cuando se viralizó el video que muestra la muerte de Floyd, un ciudadano de piel negra, asfixiado por un policía de piel blanca.
El agente presionó con su rodilla el cuello de Floyd durante ocho minutos y 46 segundos, sin ceder ante el continuo reclamo de la víctima que en su agonía repitió más de una vez: «No puedo respirar». El crimen desató una gigantesca ola de protestas en Minneapolis y varias ciudades estadounidenses y puso de relieve, de un modo revulsivo, el racismo estructural que corroe al sistema social.
No conozco a cubano alguno que haya dejado de repudiar aquel atentado contra la dignidad humana. Entre nosotros, el proyecto de nación que nos empeñamos en llevar adelante desde hace más de seis décadas implica el combate a toda manifestación racista como uno de los pilares de una sociedad justa e inclusiva. La implementación del Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial, que involucra al Estado y a la sociedad civil, apunta precisamente a completar la obra revolucionaria y erradicar definitivamente los factores objetivos y, sobre todo, los subjetivos que inciden en la persistencia de vulnerabilidades, prejuicios y vestigios de tan nefasta manifestación.
Que los realizadores de Estación 19 hayan decidido abordar el tema habla de una postura cívica encomiable, en un contexto en el que el mainstream ideológico ha intentado plantar la matriz de opinión del supuesto progreso de los derechos civiles para los ciudadanos negros a partir de la aprobación de la ley de 1964, por la que tanto lucharon los activistas encabezados por Martin Luther King Jr.
Prueba de ello se tiene en la muestra Gallup que en 2011 registró que el 89 % de los ciudadanos consideraban que se había avanzado, percepción que incluso comprendió al 57 % de los negros y latinos encuestados. Tras el asesinato de Floyd, la indagatoria de la misma empresa arrojó un descenso de ambos indicadores hasta el 38 % y el 13 % respectivamente.
Aunque la salida al aire de los episodios relacionados con el tema coincidió con la expectativa generada por el veredicto de culpabilidad del agente que asesinó a Floyd, la guionista principal, Krista Vernoff, se propuso trascender lo anecdótico. «Mi esperanza –explicó– era que las personas vieran sus experiencias representadas de una manera que las haga sentir más vistas y escuchadas. Y que las personas que han trabajado un poco para comprender la marea de dolor que se desencadenó, aprendan en qué está arraigado».
Con esa aspiración en la mente cambió no solo el curso, sino también el tono de la trama. Al final del episodio 11, los protagonistas, el variopinto grupo de bomberos de una unidad radicada en la ciudad de Seattle, y que hasta entonces habían desandado por un atajo derivados de la serie principal, Anatomía de Grey, también transmitida por la TV Cubana, ven las imágenes del crimen en el telerreceptor de la estación. En el episodio 12 cada uno de ellos expone sus puntos de vista ante una terapeuta del cuerpo de bomberos. La línea divisoria entre personajes y ciudadanos queda atrás. Los actores y actrices fueron convocados por la guionista para construir una creación colectiva a la que cada cual aportó pensamientos y vivencias. «Soy una mujer blanca de mediana edad –contó Vernoff–, necesito sus experiencias vividas aquí, les dije. Y todos escribieron estas hermosas escenas, monólogos o simplemente correos electrónicos, y tomé todo ese material. Y esa es la respuesta muy honesta de cómo todo se juntó».
De ahí que Floyd sea pivote para dirigir la visión hacia el inocultable racismo institucional, el que sufren los nativoamericanos y asiáticoamericanos, el desbalance de la justicia, los vacíos educativos, el auge e impunidad de las expresiones de odio, el tratamiento light de los medios de comunicación hegemónicos y el mea culpa hipócrita de los racistas.
Estación 19 en lo adelante no será la misma serie aun cuando vuelva a su cauce habitual, en el que lo más interesante es la perspectiva étnica y de género inclusiva y lo más rutinario las mil y una formas de inventar incendios y salvamentos en competencia con referentes como Chicago Fire, 911 y 911 Lone Star.