Un accidente de tránsito ocurrido en fecha reciente en las afueras de la ciudad de Matanzas dejó un saldo de dos fallecidos, incluido un menor de edad.
El triste suceso cambió para siempre la vida de una familia. Como consecuencia del incidente murieron la madre y el hijo de una trabajadora de la Salud, noticia con efecto desgarrador, especialmente entre familiares y amigos.
Más cerca en el tiempo, otro evento acaecido en el tramo de Boca de Camarioca-Carbonera, correspondiente a la Vía Blanca Matanzas-Varadero, privó de la vida a otras cuatro personas.
Hechos así, devastadores, acontecieron a lo largo de todo el país en 2021, cuando, contrario a lo esperado, hubo un incremento en el número de accidentes y fallecidos con respecto a 2020, pese a los periodos de tiempo bajo restricción de movilidad vehicular.
Cada día, como promedio, en la provincia de Matanzas ocurren 1,2 accidentes de tránsito, con mayor incidencia en el tramo de la Autopista Nacional.
Al cierre de noviembre último se registraron 92 eventos más que en igual periodo de 2020, con 79 lesionados y ocho fallecidos por encima, muestra de un retroceso en ese sentido, según información ofrecida a la acn por el capitán José L. Montenegro, primer oficial de Educación Vial en el territorio.
El lado positivo es que disminuyen los accidentes en la transportación masiva. Ahora sí, como sucede en todas las carreteras de la nación, el tema de los animales sueltos en la vía sigue siendo un problema por resolver.
Autoridades del sector ponen énfasis en las medidas preventivas tras la reapertura del turismo y un número cada vez más creciente de vehículos por las principales carreteras y demás accesos del territorio.
Se reconoce el aporte de los choferes de un grupo de organismos y empresas que apoyaron el trabajo en el enfrentamiento a la covid-19, y entre los cuales destacan conductores de Cubataxi, Taxis Cuba, Encomed y el Sistema de Urgencias Médica (sium). Su participación ha sido decisiva en el enfrentamiento a la pandemia, incluido el traslado de vacunas y cilindros de oxígeno hacia instituciones de Salud.
Suscita admiración conocer que, a pesar del intenso trabajo que supuso esta tarea para centenares de choferes y transportistas, no hubo que lamentar accidentes, y mucho menos una vida segada por el descuido de un solo conductor.
Aunque en el caso de los lesionados el país reporta una discreta disminución, al menos entre enero y septiembre ocurrieron 5 612 accidentes en la vía, cifra que excede en 84 a los de igual periodo del año precedente, de acuerdo con información ofrecida por fuentes de la Comisión Nacional de Seguridad Vial.
Lo más grave de todo es que el 51 % de los accidentes en esa etapa provocaron al menos una víctima. El resultado final: ¡350 decesos! A ello se suma un total de 1 700 lesionados, muchos de los cuales, por la magnitud del daño, padecerán sus heridas por mucho tiempo.
Es decir, el momento más hostil de la covid-19, de prolongadas cuarentenas y una disminución notable de la movilidad, no se distinguió, precisamente, por una merma de los accidentes de tránsito. Hay quienes opinan que no es nada raro, pues en situación de poco tráfico los conductores suelen distraerse y ser más imprudentes.
En la lista de las causas, se manifiesta la irresponsabilidad de conductores como factor determinante, y en ese ámbito, el elemento fundamental es la no atención al control del vehículo, así como las violaciones al derecho de vía y el exceso de velocidad, algo habitualmente asociado a la ingestión de bebidas alcohólicas. También es conocida la imprudencia de los peatones, algo cada vez más visible.
Informaciones y pistas recogidas en las redes indican, asimismo, que el
estado técnico de los vehículos y el deterioro de las vías inciden en estos desenlaces, los cuales ocurren, en su mayoría, entre las tres y las seis de la tarde.
La opinión de los foristas coloca a la imprudencia como la razón esencial de los accidentes de tránsito. Comentan que la sensatez del conductor resulta vital, aunque no descartan que las deficiencias del alumbrado y de la señalización pudieran elevar el riesgo de ocurrencia de este tipo de percance.
Pero lo principal es la falta de percepción del riesgo, del peatón, del conductor y hasta del propio pasajero, quien no siempre es todo lo exigente que debiera, subraya un lector.
Esa misma moderación y sentido de responsabilidad se exige para todos los conductores, luego de la reanudación de los servicios, del turismo y del curso escolar.
Ahora que el país se enfoca en el desarrollo, aun en medio de no pocas adversidades y del desafío que entraña la circulación de la variante Ómicron, resulta vital extremar todas las medidas para evitar la ocurrencia de los siempre lamentables accidentes.
Ello presupone mayor vigilancia, potenciar la exigencia en la transportación masiva y acelerar la actualización del somatón y la recalificación de los conductores, entre otras acciones que deben redundar en una disminución de los accidentes, de acuerdo con la opinión de los expertos.