LA HABANA, Cuba.- Un juicio es un proceso legal celebrado ante un juez o tribunal que resuelve un asunto y dicta sentencia sobre él. Su objetivo es establecer la responsabilidad de una persona en un delito. La celebración de un juicio es algo internacional, sucede de una manera u otra en cualquier país del mundo, incluso si se quieren llevar a cabo de la forma más rápida posible, por la gravedad de los hechos o la claridad del delito. Estos se designan como juicios sumarísimos.
En Cuba los juicios a los que disienten tienen una particularidad, se convierten en una obra de teatro, ya que la policía política -de antemano- determinó la sanción para la persona juzgada. El tribunal, la sesión de trabajo, la actuación del fiscal y el abogado de la defensa, que por muy bueno o buena que sea y excelente papel que haga es un cero a la izquierda, lo que diga no tiene ninguna importancia y menos valor en la decisión ya tomada.
Es por eso que he sido juzgada dos veces y en ambas ocasiones rehusé al derecho de hablar ante el Tribunal. ¿Para qué gastar saliva por gusto, si estaba convencida que la decisión ya había sido tomada? Recuerdo que en el juicio del Grupo de los 75 tenía un bombillo muy grande que, en una esquina de la sala donde se celebraba la audiencia, me “apuntaba” directo a la cara. Le dije al presidente del Tribunal que no podía mantener eso en los ojos y me contestó: “No lo puedo quitar porque es orden de la Seguridad del Estado”. Entonces ¿quién mandaba en el Tribunal? No me imagino al FBI o la CIA diciéndole a un juez federal de los Estados Unidos de América que tiene que hacer en su juzgado lo que ellos dicen. Para que no quede la historia inconclusa, me quitaron la luz de la cara.
En estos días tuvo un acelerón la entrega de peticiones fiscales a los presos del 11 de julio, así como la celebración de los juicios. En estas “sesiones de trabajo”, a las que se les puede llamar “puesta en escena”, todo es muy misterioso y oculto, solo dejan entrar a un familiar del acusado; y los testigos de la defensa son innecesarios. También algunos juicios se han trasladado para las prisiones. En particular el de San Antonio de los Baños se celebró en la prisión de Guanajay, porque hacerlo en el pueblo mismo hubiera sido un gran reto político. Allí casi todo el mundo se conoce y es familia.
También se han llevado a cabo otros juicios y ya se conoce la sentencia, como el de Sissi Abascal Zamora, solo para poner un ejemplo. La joven de 23 años de Carlos Rojas, en Matanzas, fue sancionada a seis años de privación de libertad. Como ella hay otras mujeres, madres que no verán crecer a sus hijos, hermanas y hermanos que pasarán años encerrados juntos o en prisiones diferentes.
Pero parece que ya ese tiempo de prisión no les basta y ahora las peticiones fiscales llegan hasta los 30 años, y lo que más molesta a las personas es que el designado presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, siguiendo la línea de los hermanos Castros, plantea que en Cuba no hay presos políticos. Se basan en la definición que dio Jiménez de Asúa, penalista español. Asúa explicó que preso político es quien lucha o lleva a cabo acción que quebrante las leyes y tiene como propósito instaurar un régimen social superior al existente, calificando el socialismo superior al capitalismo, por lo que los que pretenden regresar al capitalismo son presos contrarrevolucionarios, pues van contra el desarrollo social.
No obstante, muchos de los que esperan juicio están acusados de sedición, que es un delito contra la Seguridad del Estado.
En los próximos días se comenzarán a saber las sanciones y no las decisiones de los tribunales, porque eso ya está dispuesto. Es un buen momento para limpiar las calles de los que disienten, tanto de los que lo hacen sin asociarse como de los que se oponen y se reúnen en organizaciones.
La cifra exacta de presos será muy difícil de construir, porque aún cuando estén terminados los juicios y se conozcan los resultados, siempre serán parciales. Alguien se quedará porque no tiene quien lo informe.
De forma desafortunada algunos familiares le han virado la cara a los protestantes, porque temen las represalias de la dictadura, que se vuelven más fuertes que el amor que se debe sentir por un ser querido, por quien tiene sangre de su sangre.
El año que se avecina tendrá menos cubanos en circulación y más seres humanos privados de su libertad por haber hecho uso de un derecho elemental: expresarse.
La patria está enferma, tiene cáncer terminal en cada una de sus cárceles y prisiones, le duelen los presos politicos, sufre por cada joven al que se le ha tronchado la vida por el solo hecho de pensar diferente y manifestarlo. Pero somos los que amamos a la patria los que tenemos que devolverle la salud, no importa si se está aquí o en el exilio, siempre se puede ayudar
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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