Constituyó un privilegio más de nuestra estancia en Santiago poder ver de cerca los objetos personales, tan bien conservados, del líder de la clandestinidad asesinado hace 65 lustros, con solo 22 años. Foto: Cortesía del grupo.
Aquel domingo en el laboratorio del CIGB, en el cual prometimos la subida al Turquino, toda vez que cumpliéramos con el pueblo de Cuba, estaba presente Diamilé González. Ella junto a su esposo Alejandro, y Glay, hicieron el diseño de la molécula principal que está en el bulbo de Abdala. Con ella y Alejandro he andado por los lomeríos de toda Cuba; ella asmática y, como el Che, capaz de superarse y lograr todas sus metas. Aquí les dejo su crónica de la visita que hicimos a la Casa de Frank y Josué País.
Santiago rezuma calor, patriotismo, compromiso, orgullo por sus logros, por su historia, por la talla de sus héroes, y respeto por la obra de cada cubano digno que ponga su grano de arena en la defensa de nuestra tierra y de nuestra gente.
Después de la inolvidable visita al Museo del Ron de Santiago, con la compañía y atención de los dos maestros roneros santiagueros, llegamos a San
Bartolomé 226, la Casa Museo Frank País. La acogida del grupo, por parte de la directora, la especialista del museo y los trabajadores, fue tan cargada de emociones como cada una de las que recibimos en la tan bien nombrada “Ciudad Héroe”.
San Bartolomé 226, la Casa Museo Frank País. Foto: Cortesía del grupo.
Constituyó un privilegio más de nuestra estancia en Santiago poder ver de cerca los objetos personales, tan bien conservados, del líder de la clandestinidad asesinado hace 65 lustros, con solo 22 años; de menor edad incluso que el más joven de nuestro grupo, y de su hermano Josué (caído unos días antes, más joven aún). Allí están las fotos familiares, el mobiliario original de la casa, dibujos hechos por el héroe casi niño, los instrumentos musicales, documentos, libros, y la impresionante mascarilla mortuoria que le tomaron antes de sepultarlo, y que es atesorada por la institución con mucho respeto.
Además de la parte de la historia de Frank que todos conocemos por habernos formado en esta tierra, allí recibimos detalles sobre la niñez del chico, hijo de religiosos emigrantes españoles, que tuvo que madurar temprano al quedar huérfano de padre, para ayudar a su madre a criar a sus hermanitos; supimos del hombre con elevada sensibilidad artística que escribía poesías, tocaba varios instrumentos musicales y pintaba; nos enteramos de sus sueños truncados de convertirse en arquitecto (profesión que debió sustituir por la de maestro normalista que terminó dedicándose en pleno a la lucha), de su capacidad organizativa, de sus reuniones con Fidel, de su trabajo sin descanso en la clandestinidad, de sus amores.
Esta visita, que nos permitió adentrarnos en la grandeza del Frank País de todos, se convirtió en otra de las exclusividades de nuestros días en la bella Santiago.
Esta visita, que nos permitió adentrarnos en la grandeza del Frank País de todos, se convirtió en otra de las exclusividades de nuestros días en la bella Santiago. Foto: Cortesía del grupo.
Fidel junto a Frank País, durante la primera reunión de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio, en la Finca de Epifanio Díaz campesino colaborador del Ejército Rebelde, 17 de febrero de 1957. Foto: Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado/ Sitio Fidel Soldado de las Ideas
Vea además:
Diario de una promesa: Museo del Ron Santiago, ¡qué privilegio, qué lujo, cómo aprendimos! (VII)