El disfrute de un buen libro. Foto: Abel Padrón Padilla/Cubadebate.
La Habana amanece y en sus calles y otros espacios públicos cada cual se sumerge en su cotidianidad. Está quien disfruta de un buen libro en los lugares más insospechados, o, en un día sin presión de trabajo, aprovecha la atmósfera de sitios donde se puede descansar o contemplar, ver la vida habanera pasar mientras se relaja.
Está la muchacha que goza de la tranquilidad que le brinda el mar en el malecón habanero… Se ve a los niños jugar con toda la despreocupación del mundo; al vecino que mantiene su cuadra como su casa; a quienes se quedan con la familia y a otros que buscan la soledad (o esperan a su pareja, o a sus amigos); a los que dan la bienvenida a la apertura de los servicios y al regreso de la actividad luego de meses de cierre.
En el mar, la vida es más sabrosa. Foto: Abel Padrón Padilla/Cubadebate.
Gente del barrio. Foto: Abel Padrón Padilla/Cubadebate.
Cotidianidad y regreso al trabajo en los servicios tras meses de cierre. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.
Protección, porque bajan los números, pero el virus sigue ahí. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.
Juegos infantiles, con toda la alegría del mundo. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.
La Habana y su cotidianidad. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.
Hay balcones que se adornan con flores y la bandera cubana. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.
Algunos pasan el día con la familia, y con la familia contemplan el escenario de la calle. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.
La Habana y su cotidianidad. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.