A las 4 a.m. de este lunes ya estaba de pie toda la Tropa que pernoctó en la Sierrita. Los trabajadores se desbordan una vez más en atenciones, brindándonos la mayor cantidad de comida posible; sobre todo el cariño y amor de cubanos agradecidos
Todo guerrillero debe saber que la salida a las lomas debe hacerse siempre temprano, para evitar la noche en el camino. De los 15 que vamos solo cuatro tenemos esta lección bien aprendida. El resto lo tendrá que aprender en el camino y tendrá la oportunidad de autoevaluarse una vez terminada la prueba que nos depara la subida a la elevación más alta de Cuba.
El chofer y el camión de triple tracción que nos espera para la subida al Alto del Naranjo, destacan sus habilidades para la subida a la carretera más inclinada de toda Cuba. Los estudiantes de ingeniería civil, debieran conocerla y sobre todo en las universidades cubanas debieran enseñar cómo se construyó y cómo se mantiene sin un bache una carretera de este tipo.
Durante la subida todos quedamos admirados por la belleza de los campos cubanos, por la humildad con la que viven los lugareños y sobre todo con el hecho de que en la casa más intrincada siempre hay una frase dedicada al JEFE o a la Revolución.
Ya en el Alto del Naranjo, el guía, todo un profesional de la historia de Cuba, nos explica el origen de la Comandancia de La Plata, otrora Primer Frente. En el museo nos explica magistralmente sobre cómo un puñado de rebeldes vencieron a todo un ejército bien equipado. Unos metros hacia delante el homenaje a Geonel Rodríguez que herido de guerra su último deseo fue ser enterrado en La Plata. Allí en el lugar donde reposan sus restos hay plantadas unas rosas, que por algún motivo tienen un aroma único, quizá como gesto de agradecimiento de la naturaleza a la vida ofrendada por una causa justa.
A solo 100 metros de allí, la casa del JEFE. Allí no entraba nadie, asegura el guía, porque a él había que protegerlo. El propio diseño del lugar responde a esta máxima, desde las puertas y ventanas del inmueble, hasta las varias vías de acceso. Celia Sánchez se encargó del diseño completo, además del sitio donde se guardarían los documentos relacionados con la historia rebelde, así lo hizo durante muchos años después del triunfo revolucionario. Celia fue una mujer excepcional, quizá sea esa una de las razones por la cual muchas de las madres de mi generación hayan escogido el nombre de Celia para sus primogénitas.
Previo a la acostumbrada foto del grupo, dejamos sobre la cama del JEFE una flor y una bandera cubana que nos acompañó siempre mientras desarrollamos nuestra vacuna.
El tiempo apremiaba, decidimos entonces regresar al Alto del Naranjo, la Aguada del Joaquín nos esperaba ocho kilómetros arriba, válido aclarar que en el idioma de los lugareños si uno quiere saber la distancia exacta ese número debe multiplicarse por 1.5 veces. Iniciamos la subida hacia la Aguada a las 12 del mediodía, según Camilo, uno de los miembros de la tropa, tardaríamos cuatro horas en llegar a nuestro destino.
Como buena guerrilla, se designaron los encargados de la vanguardia y la retaguardia y se les dieron sus respectivas tareas, los primeros llegarían a poner el agua de los espaguetis, los segundos ayudarían a los retrasados dándole el ánimo suficiente para que lograran la meta en el tiempo señalado. Lo que nadie imaginó fue el resultado final: los primeros llegaron pasadas siete horas después de la salida, los últimos a las 11 de la noche. Por suerte, los espaguetis quedaron como para chuparse los dedos, a las 12 de la noche estábamos almorzando y comiendo, prestos a dormir rápido para al día siguiente cumplir nuestro objetivo.
Las condiciones del camino, malograron nuestra meta de tiempo, pero no lograron mitigar nuestras ganas de cumplir la promesa de llevar a nuestra vacuna ABDALA hacia el Turquino. Quedaban cuatro horas para un nuevo amanecer.