El odio, la envidia y la impotencia tejen una maraña en la que nuestro pueblo no resbala. La noticia de la victoria de Cuba en el Campeonato Mundial de boxeo, con cinco púgiles menos en su nómina, más la grandeza de los éxitos individuales, llama al reconocimiento, por muy enemigo que alguien sea de los triunfadores.
Pero hay contrarios que, ante algunas noticias evidentes y contundentes, prefieren ridiculizarse en público con titulares como este: «Boxeador cubano que compite por Azerbaiyán gana el oro en el Mundial de Boxeo», escurrido en el final de la web del Nuevo Herald, dedicándole el título, la foto y los primeros párrafos a Loren Berto Alfonso, claro y merecido ganador del oro en los 86 kilogramos.
No cargamos una animosidad en contra del vencedor, es nítida, transparente y recalcada por nuestro país la política de que un cubano, donde quiera que haya decidido establecerse, siempre será un cubano.
De lo que no habla el rotativo, con asiento en Miami, es del gesto del pinareño Loren Berto tras vencer a su coterráneo Herich Ruiz en la semifinal que le dio el pase a la disputa por el cetro. El púgil que defendió, con un boxeo elegante y eficaz, a Azerbaiyán, al levantársele su mano en, también clara señal de victoria, lo primero que hizo fue tocar la bandera en el pecho de Ruiz. Fue su manera de expresar su agradecimiento a esos colores patrios que le dieron sus saberes formativos.
En este mismo año, el hoy campeón mundial fue medallista de bronce en los Juegos de Tokio y allí, al caer frente al ganador de esa cita, el guantanamero Arlen López, titular bajo los cinco aros, tuvo también la misma actitud delante del abolengo de su vencedor. De eso tampoco habla, ni habló el Herald.
La ridícula intención del diario está en decir que Cuba fue el campeón del evento en su última línea y los tres oros de Julio César La Cruz, el quinto en un Mundial; el tercero de Andy Cruz y el del debutante Yoenlis Hernández se deslizan apenas en un par de renglones para cada uno. Lo mismo de siempre: esconden la noticia que nos enaltece y hace brillar. El pérfido cuartico sigue igualito.