La incógnita siempre estuvo presente antes de que la escuadra cubana de boxeo saliera hacia Belgrado, capital de Serbia, para intervenir en el Campeonato Mundial: si apenas acude con ocho de 13 púgiles posibles, ¿podrá retar, de tú a tú, a países como Kazajistán, Azerbaiján y Rusia -entre otros-, que sí irán con equipo completo en busca del título por naciones?
Recuérdese que cuatro casos de Covid-19 en la tropa del avezado jefe de entrenadores Rolando Acebal, así como también la baja forma deportiva del campeón mundial y olímpico Arlen López, había diezmado severamente la escuadra.
Pero a puro jab potente, rectos y ganchos, unidos a esa excelente velocidad de piernas y manos inherente a los pugilistas cubanos, los discípulos de Acebal acaban de reconquistar el título por naciones en la fortísima justa, merced a cota de tres medallas de oro y dos de bronce, con el extra brindado por tres de sus cuatro debutantes.
Realmente, eran esperados los triunfos sin grandes contratiempos de las bien llamadas “dos Cruces” del boxeo cubano: Andy Cruz, de Matanzas y en los 63.5 kilogramos –kg-, y Julio César La Cruz (Camagüey, 92 kg). Ellos patentizaron el dominio que ejercen desde hace mucho tiempo sobre los cuadriláteros internacionales. Belgrado no fue la excepción.
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Andy no dejó dudas de ser, hoy en día, el mejor púgil del mundo. Con su esgrima boxística se torna indescifrable: poderoso jab de izquierda combinado con todo tipo de golpes de derecha y en las tres distancias, unido a esa velocidad de piernas y manos que posee, le propiciaron no solo obtener su tercer cetro mundial consecutivo y llegar a 15 triunfos sucesivos sin la sombra de un revés en estas lides.
Además, el ídolo de Alacranes extendió a 32 la racha de victorias al hilo y fue merecedor del Trofeo Val Barker que le entregó la AIBA al considerarlo como el Mejor Boxeador del mundial.
Entretanto, al Capitán La Cruz lo pusieron en una encrucijada: le tocaba decidir el cetro para Cuba… en la última pelea del certamen, pues su selección iba empatada con Kazajistán, ambas con par de cetros, pero los kazajos exhibían dos medallas de plata.
Y tras un primer asalto bien complicado frente al italiano Aziz Mouhiidine -dos jueces lo vieron perderlo-, La Cruz supo crecerse en los dos restantes para firmar el esperado triunfo. Por demás, así obtuvo su quinto título mundial y se puso a uno del líder, el también cubano Félix Savón.
A estas coronas firmadas por Andy y Julio César, se unió otra del joven e inexperto peso mediano agramontino Yoenlis Hernández, debutante en citas del orbe, quien consiguió algo inédito en la historia del pugilismo cubano al conseguirla sin haber obtenido un primer lugar en torneos nacionales Playa Girón.
Yoenlis mostró que está listo para encarar con acierto y pelear un cupo en la nómina de Acebal para los venideros Juegos Olímpicos de París 2024. Excelente jab de izquierda y un gancho cortico de derecha del cual se acordarán todos sus rivales, con veloces entradas y salidas al área de impacto, lo hicieron invencible.
Por Cuba también destacar las actuaciones de otro par de debutantes en citas ecuménicas: el mayabequense Osbel Caballero (57 kg) y el pinero Herich Ruiz (86 kg), quienes se alzaron con sendas medallas de bronce. Entonces, Acebal ya sabe que con ellos puede contar para futuros compromisos internacionales.
Así, Cuba terminó este Mundial con cota de tres preseas de oro y dos de bronce, para superar la cosecha de un oro, una presea de plata y otra de bronce lograda hace dos años en la cita de Ekaterimburgo, Rusia, en la cual había signado un pálido cuarto lugar por naciones.
Una breve reseña del Mundial refleja el impulso que la AIBA pretende brindar a su deporte, que tan mala imagen viene proyectando en los últimos años, razones por las cuales el Comité Olímpico Internacional le tiene puesto “el dedo encima” con el marcado interés de dejarlo fuera de la venidera cita en la capital francesa.
En Belgrado, y por primera vez en la historia, se compitió en 13 divisiones y se concedió premios en metálicos (francos suizos) a los ganadores de medallas: 100 mil (oro), 50 mil (plata) y 25 mil para los dueños de las dos medallas de bronce en cada una de las categorías convocadas.
Pero hay más. La AIBA quiso mostrar también la nivelación (igualdad) de géneros y convocó a un gran grupo de mujeres que hicieron las veces de árbitros y jueces. Incluso, en el cartel semifinal, solo hubo féminas encima del encerado. Y realmente, lo hicieron muy bien.