Saily González Velázquez es una mujer hiperactiva. Sin embargo, habla lento. Sabe que las palabras atropelladas pueden ser malinterpretadas y desentendidas.
Su negocio —que tuvo que cerrar recientemente por las presiones a las que se ha visto sometida— ha sido una especie de refugio para grupos de la sociedad civil como animalistas, comunidad LGBTIQ+ y personas que disienten del Gobierno.
Saily es una de las firmantes de la solicitud para realizar la marcha cívica por el cambio, una iniciativa de la plataforma Archipiélago que fue negada por el Gobierno, tildada de “ilegítima”, “inconstitucional”, y alentada por enemigos externos.
“Con ello pusieron al descubierto que en Cuba no se respetan los derechos de las minorías. También mostraron que son extremadamente peligrosos, dado que ellos manifiestan abiertamente la voluntad de reprimir nuestra iniciativa, argumentando mentiras sobre nuestras peticiones”.
“Esa línea comunicativa la usan también en los centros de trabajo con debates sobre este tema, y los sucesivos actos de “reafirmación revolucionaria”. Intentan por todos los medios desacreditar nuestra magia y lograr que el propio pueblo se oponga —algo que no veo viable pero que es su estrategia—. Quieren evitar, por todas las formas posibles, nuestra marcha”.
A pesar de los intentos para disuadir a los miembros de Archipiélago y la declaración de la marcha como ilícita —argumento que pueden utilizar luego para encarcelar a los manifestantes—, Saily ha decidido marchar ese día.
“Es mi derecho constitucional, humano, y estoy haciendo todo lo posible por poder hacerlo”.
Para esta santaclareña de 30 años Archipiélago es “esencialmente un grupo pluralista en el que todo el que quiera puede compartir sus ideas”.
“Allí se propicia el diálogo entre los diversos sectores de la sociedad civil cubana. No creo que sea la plataforma para el diálogo con el oficialismo, dado que este no nos reconoce y, además, ya ha demostrado que no está dispuesto a dialogar. Es solo un grupo de Facebook, por el momento”.
Saily, como muchos otros miembros de Archipiélago, también ha sido víctima de la campaña de descrédito y asesinatos de reputación en los medios estatales. “Es lamentable, pero demuestra que no tienen otras armas que no sean el descrédito y mentir para atacarnos. Lo que estamos haciendo es totalmente legítimo y nace de nuestro auténtico deseo de vivir en un país con derechos”.
A diferencia de otros miembros del grupo no ha sido “citada” después de la solicitud y negativa gubernamental a la realización de la marcha aunque sí ha sido víctima del hostigamiento y la vigilancia policial.
“Me llamaron por teléfono una vez para preguntarme qué era Archipiélago y quién era Yunior García”, dice. “Le expliqué que es un grupo en Facebook en el que estamos quienes queremos libertad y derechos para Cuba”.
Aunque el acoso por parte de la Seguridad del Estado (SE) se ha vuelto más intenso desde la articulación de la plataforma para organizar la marcha cívica, ya mucho antes “ella estaba en la mirilla”.
Desde 2016, cuando participó en un programa para emprendedores a través de la embajada de Estados Unidos en La Habana, Saily tiene un “agente que la atiende”.
Acusada de “mercenaria”, “pagada por el imperialismo” y cuanta ofensa se le ocurra a los acosadores en redes sociales —ella los llama ciberesbirros—, Saily tuvo que tomar una decisión que para ella —emprendedora entusiasta— puede haber sido drástica y radical.
“Recientemente tuve que cerrar mi negocio Amarillo B&B, porque sabemos que acá en Cuba estos negocios de tipo gastronómico operan en los límites de la legalidad, así que es muy fácil encauzarnos si ellos desearan y, a manera de precaución, decidí cerrarlo”.
Poco a poco Saily, que estudió hasta el quinto año de la carrera de Filología en la Universidad Central de Las Villas, ha pasado de ser coordinadora principal de los proyectos Amarillo Coworking, FullGao y arrendataria a activista política por los derechos y las libertades de los cubanos.
Sus redes están llenas de “directas” en las que no solo denuncia injusticias con personas apresadas tras las protestas del 11 de julio, sino también malas prácticas y decisiones del Gobierno en el manejo de la economía y la pandemia en su territorio.
“Antes de esto intenté crear la Red de Emprendedores Cubanos, pero fue una iniciativa que ni siquiera llegó a materializarse, precisamente por el hostigamiento de los agentes de la SE a cada uno de los que íbamos a ser miembros”.
Las protestas del 11J y todos los sucesos que vinieron después motivaron a esta joven a realizar un activismo político “más frontal, enérgico y constante”. Ahora no solo usa su perfil de Facebook para conversar con su público, se ha mudado también a Twitter donde conversa de emprendimiento y ejercicios y derechos ciudadanos.
Saily habla siempre de nosotros. No solo piensa en ella cuando sueña una Cuba mejor, en su discurso incluye a todos.
“La Cuba que yo quiero es una Cuba donde haya igualdad de oportunidades para las personas. Donde no se discriminen o se prioricen personas de acuerdo a su ideología política”, concluye.
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