El rescate de los terrenos «beisbolitos» existentes en el país es una de las estrategias concebida que contribuye a mantener viva la pasión por el béisbol, que se cultiva desde las edades tempranas, cuando los niños comienzan a tirar las primeras bolas.
En ese empeño, Raúl Fornés Valenciano, vicepresidente primero del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder), llamó a recuperar esos campos, muchos de ellos subutilizados o desatendidos, en aras de multiplicar en las comunidades la práctica del béisbol en los niños, y de esta manera fortalecer la base para crecer, de forma masiva y sólida, en un deporte declarado recientemente Patrimonio Cultural de la Nación Cubana.
Según trascendió en el Balance del Cumplimiento de la Estrategia para el Desarrollo del Béisbol realizado en Ciego de Ávila, es necesario fomentar la práctica sistemática de ese deporte en todas las comunidades y asentamientos poblacionales, en aras de que el 15 % de la matrícula que ingrese a los centros provinciales sea el resultado del trabajo de búsqueda y captación de talentos.
En la provincia, por ejemplo, existen 12 estadios «beisbolitos» en nueve de los diez municipios (menos en Florencia), y siete se encuentran en regular o mal estado.
Diorge Agustín Miranda Yero, máster en Ciencias del Deporte y candidato a doctor en esa especialidad, uno de los promotores del proyecto Los Tigrecitos —junto a Manuel Álvarez Lorente y Pablo Darío Cid Wong—, manifestó que desde hace poco más de un lustro han enseñado a jugar pelota a más de 400 niños avileños entre los tres y los ocho años, idea bien acogida por los alumnos y la familia.
Dijo Miranda Yero que los «beisbolitos» constituyen el primer eslabón donde los infantes se vinculan con ese deporte, desarrollan las manifestaciones motrices, y fortalecen los valores y las actitudes como elementos de la personalidad.