Han pasado 62 años desde aquel triste 28 de octubre de 1959, cuando desapareció físicamente el Comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán, a quien el pueblo cubano recuerda cada año con flores en el mar como un eterno homenaje.
Tras el triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959, Camilo recibe la orden del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, de tomar Columbia, principal fortaleza militar de la tiranía batistiana, lo cual cumple el propio 2 de enero y al día siguiente lo designa Fidel como Jefe de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire radicadas en La Habana. El 20 de enero, instaurado en el poder el Gobierno Revolucionario, fue designado Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde.
El primer año de la Revolución Cubana transcurre a un ritmo vertiginoso en la implementación de las primeras medidas para transformar el país, como había anunciado Fidel en el Programa del Moncada, conocido por el nombre de su alegato en el juicio como La Historia me absolverá.
El 20 de octubre de 1959 la asistente de Fidel desde los tiempos de la guerra, Celia Sánchez Manduley, comunica a Camilo la traición de Hubert Matos. Sin pensarlo un instante, y conociendo la segura reacción de Fidel de abordar personalmente la conjura, Camilo decide adelantársele.
Acompañado por el Comandante Cristino Naranjo, otros compañeros de su máxima confianza y 20 hombres armados, parten en tres aviones alrededor de las cuatro de la madrugada. Camilo en el trayecto les explica los acontecimientos y les afirma que ellos tomarán el Cuartel Ignacio Agramonte, de Camagüey, donde se encuentra el traidor sin disparar un solo tiro.
El grupo dirigido por Camilo llega al Cuartel sobre las 7:20 de la mañana del 21 de octubre de 1959 y encuentra al mismo protegido por una cadena y varias ametralladoras calibre 30 y de inmediato ordena a sus compañeros: ¡Tumben la cadena y desarmen a los guardias!, mientras Cristino Naranjo y otros combatientes se encargan de tomar todas las postas del Regimiento.
Dentro del Cuartel y solo con cuatro compañeros más, Camilo sube hasta la habitación de Hubert Matos. Allí le encuentra junto a su esposa y le comunica: «Hubert, yo como Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, asumo el mando de Camagüey y te detengo por alta traición. ¡Tienes que acompañarnos!».
Ese mismo día, Camilo reunió a las tropas de Hubert Matos en el Regimiento Ignacio Agramonte en Camagüey, junto a una espontánea concentración de pueblo y jóvenes rebeldes, que marchó hasta allí en apoyo a la Revolución y les expresó: «Hoy, un dolor profundo, un dolor amargo, nos hizo llegar aquí con una seriedad poco acostumbrada en nosotros. Hace muchos días, hace meses, sabíamos que había un compañero que no era fiel a la Revolución. (…) olvidando los destinos de la Patria, olvidando los sagrados deberes con la Patria, se entreguen en brazos de las malas causas».
El 28 de octubre de 1989 Fidel recordaba los hechos: «La contraofensiva revolucionaria se empezó a hacer por teléfono con el compañero Jorge Enrique Mendoza, que se encontraba en Camagüey, al que se le dio instrucción de tomar una de las estaciones de radio y empezar la denuncia, con el apoyo de un batallón rebelde que estaba en las afueras de la ciudad. Así lo hicieron. Queríamos ver la reacción de los conspiradores, si se lanzaban a recuperar o no la estación. Realmente empezaron a desmoralizarse».
«…Nuestra idea, explicó Fidel, era tomar el cuartel con las masas, para enseñarles de una vez por siempre a los traidores lo que es ponerse frente a los intereses del pueblo, costara lo que costara. (…) La acción de Camilo salvó muchas vidas, porque también pudo ocurrir cualquier otra cosa, y él se adelantó para evitar una situación y un peligro de esa naturaleza. Es una muestra de la confianza que tenía en sí mismo, de su heroísmo, de su arresto y de su capacidad de actuar de manera excepcional en circunstancias determinadas».
El 26 de octubre, en La Habana, Camilo pronunció su último discurso público en el antiguo Palacio Presidencial ante un millón y medio personas, donde reafirmó que «para detener esta Revolución cubanísima, tiene que morir un pueblo entero».
En su tercer viaje en esos días a Camagüey, el 28 de octubre de 1959, luego de dejar instalado al nuevo cuadro de mando en esa provincia, a las 6:01 de la tarde Camilo parte del aeropuerto Ignacio Agramonte de regreso a La Habana, a bordo de un Cessna 310 C rojo y blanco, identificado como FAR-53. Lo acompañan su escolta, el sargento Félix Rodríguez, y el piloto, primer teniente Luciano Fariñas. Pero el avión nunca llegó a su destino, privando a la naciente Revolución de uno de sus más extraordinarios dirigentes políticos y militares.
La noticia conmocionó a la nación. El Comandante Che Guevara de inmediato abordó un avión C-46 para buscarlo. El Comandante Juan Almeida Bosque dirigió el operativo de búsqueda por las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y todas las embarcaciones buscaron en el mar junto a un total de 70 aviones.
Fidel dirigió personalmente la búsqueda por 15 días. Se revisaron en total 100 000 millas, toda la franja costera, cayos, y nada de Camilo. Finalmente, el 12 de noviembre, Fidel compareció ante las cámaras de televisión y dio oficialmente la noticia. Dos días después el Consejo de Ministros anunció siete días de luto por su muerte, y desde entonces, cada 28 de octubre el pueblo arroja flores al mar reafirmando su compromiso con las ideas de Camilo.