Eddie Rosario conectó un bambinazo de tres carreras y los Bravos de Atlanta derrotaron a los Dodgers de los Ángeles con pizarra final de 4×2, para ahuyentarlos del trono y proclamarse campeones de la Liga Nacional por primera vez en este siglo.
La tropa de Brian Snitker demostró desde bien temprano que no esperaría ni un día más para lograr su boleto a la Serie Mundial y en el mismo primer capítulo le marcó una rayita al abridor rival Walker Buehler. Par de dobletes consecutivos de Ozzie Albies y Austin Riley reventaron las puertas del plato y levantaron a la fanaticada de sus asientos en el Truist Park.
Fue a la altura del cuarto episodio cuando los vigentes campeones, reacios a entregar banderas, igualaron las acciones. Un boleto y par de sencillos-uno de ellos de Cody Bellinger para remolcar-se combinaron para removerle el box al novato Ian Anderson, quien hasta ese momento apenas había permitido un imparable.
Pero cerrando la quinta entrada los demonios que habían evitado durante 22 largos años que este equipo lograra el banderín de la liga, comenzaron a desvanecerse sobre el campo de juego. Rosario, desbordado con el madero, desapareció la esférica con dos compañeros en las almohadas para sentenciar el choque, igualar el récord de más imparables para una postemporada con 14, y echarse en el bolsillo el título de Jugador Más Valioso de estos playoffs.
Clave en el partido fue el “lucky seven” para los Bravos, cuando el azul A.J. Pollock disparó doblete impulsador y Tyler Matzek vino del bull-pen para recetar tres ponches consecutivos con la posible carrera del empate en posición anotadora.
A.J. Minter se llevó el crédito lanzando un par de entradas inmaculadas donde propinó cuatro ponchetes, y el zurdo Will Smith se anotó el salvamento cerrando a todo tren con par de cafecitos amargos en medio de los cánticos de guerra de los miles de fanáticos en los graderíos.
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