El coronavirus ha influido potencialmente en la imposibilidad de descansar por las noches. «Coronasomnia» o «COVID-somnia», así lo nombran algunos expertos.
De acuerdo con la BBC, este fenómeno afecta a personas de todo el mundo que experimentan insomnio relacionado con el estrés de la vida durante la COVID-19.
Un estudio de agosto de 2020 de la Universidad de Southampton, en Reino Unido, mostró que la cantidad de personas que experimentan este trastorno del sueño aumentó de una de cada seis a una de cada cuatro, con más problemas evidenciados entre las madres, los trabajadores esenciales y los grupos de minorías étnicas.
Por otra parte, en China, las tasas de insomnio se incrementaron del 14,6 % al 20 % durante el confinamiento más estricto. En Italia, por otro lado, se observó una «prevalencia alarmante» de insomnio clínico, y en Grecia casi el 40 % de los encuestados en un estudio de mayo demostraron tener insomnio.
La revista especializada Medscape, que analiza los términos clínicos más buscados y utilizados en las redes sociales cada semana, dedicó un artículo a la «coronasomnia» a principios de febrero de 2021.
También lo afirma el sitio web Consalud.es, grupo de comunicación con liderazgo en este sector en España, explica cómo los resultados de múltiples estudios y encuestas recogidas por Medscape durante los meses más acuciantes de la crisis sanitaria revelan que una mayoría de individuos ha experimentado cambios significativos en la calidad, los patrones y las alteraciones del sueño.
Una encuesta internacional representativa realizada desde finales de marzo hasta finales de abril de 2020 por la Clínica de Sueño Natural en Jerusalén (Israel) demostró entre más de 3 000 individuos de 49 países, 58 de cada 100 refirieron insatisfacción con su sueño y el 40 % informó disminución de la calidad del mismo durante la pandemia, en comparación con el sueño previo a la COVID-19, indica Consalud.es.
Debido al sacudimiento de las rutinas cotidianas con la pandemia en su segundo año, con meses de distanciamiento social y la inseguridad permanente en nuestras vidas, nuestra salud y productividad podrían enfrentar serios problemas.
Pero la coronasomnia no afecta a todos por igual, agrega Euronews. La agencia cita para validar este argumento el estudio Escalada de los trastornos del sueño en medio de la pandemia de COVID-19: un estudio internacional transversal, del Journal of Clinical Sleep Medicine, que explica que las mujeres están más expuestas a insomnio de la pandemia. Estar en cuarentena es otro factor agravante así como la edad (de 31 a 45 años), la reducción de la actividad física y el impacto económico de las restricciones.
El Dr. Steven Altchuler, psiquiatra y neurólogo especializado en medicina del sueño en la Clínica Mayo, una de las organizaciones de investigación médica más grandes de EE. UU., explica que el hecho de que muchos experimentemos insomnio se debe a la actual configuración de difíciles circunstancias.
Estudios revelan que, bajo estas circunstancias, las probabilidades de cometer errores aumentan, se arruina la concentración, se incrementan los tiempos de reacción y se afecta el estado de ánimo.
Por ello, el tratamiento más común para los problemas de sueño es la terapia cognitivo-conductual para el insomnio (conocida como TCC-I), que mejora la «higiene del sueño» —incluyendo reglas como no fumar ni beber antes de acostarse, por ejemplo— y entrena el cerebro para asociar la cama con el sueño solo con cambios de comportamiento como no trabajar en la cama, publica BBC.
Euronews cita, como recomendaciones de la neuróloga del Centro de Medicina del Sueño portugués Teresa Paiva, para quien la calidad del sueño depende mucho de las actitudes personales. Los consejos para dormir mejor, dice, no son diferentes de los habituales fuera de tiempo de pandemia pero son quizás más difíciles de cumplir.
Incluyen mantener una rutina de horarios ayuda al cuerpo a prepararse para el sueño, evitar las pantallas en las horas previas a acostarse, practicar ejercicio físico suficiente, evitar comidas copiosas o de digestión difícil antes de acostarse, evitar sustancias excitantes como el alcohol, el tabaco, la cafeína o los azúcares, recurrir a técnicas de gestión de estrés y las preocupaciones, dormir en un entorno agradable, oscuro y fresco; y limitar o evitar las siestas durante el día.