Escuchar que “Pinar del Río atraviesa por una compleja situación epidemiológica” se ha vuelto recurrente en los medios de comunicación. Las cifras de contagios, de fallecidos y las elevadas tasas de incidencia muestran la veracidad de esa frase, pero detrás de esa complejidad hay más que indicadores y estadísticas.
Detrás de esa complejidad hay seres humanos, familias enteras que sufren o quedan rotas para siempre. Detrás de esa complejidad hay protocolos mal ejecutados, irregularidades organizativas, insensibilidad, carencias, desgaste, fatiga…
Del dicho al hecho
Aunque en las últimas semanas se decidió retomar el ingreso de casos positivos a la COVID-19 en centros de aislamiento y hospitales de campaña, debido a la alta incidencia del virus y a la letalidad de la variante circulante, durante el mes de agosto se apostó por el ingreso intradomiciliario.
Según Sandra Ramírez Guzmán, directora de Salud en el municipio de Pinar del Río, desde que se orientó el ingreso en el hogar se implementó el protocolo en cada uno de los consultorios con el personal de medicina y enfermería y se indicó la visita diaria a los pacientes. Sin embargo, reconoce que no ha sido del todo efectivo, pues la transmisión ha crecido y hubo y hay quejas al respecto.
Igualmente, se han ampliado las consultas de infecciones espiratorias agudas (IRA) en aras de descongestionar el servicio a la población. Ahora existen 12 en el municipio: cinco en el área del “Hermanos Cruz”, dos pertenecientes al “Pedro Borrás”, tres en el “Turcios Lima” y dos en el “Raúl Sánchez”.
No obstante, han sido recurrentes las malas experiencias de la población, tanto en las incómodas y largas jornadas para lograr hacerse un test de antígeno como para recibir el resultado del PCR.
Sobre ese aspecto, Olga Lidia Morejón Romero, jefa de Atención Médica en la provincia, alega que los PCR no se extravían, sino que demoran más porque debido al elevado número de casos se derivan a otras provincias y por lo general, ya esos pacientes tienen un test rápido hecho con anterioridad. Y aunque según la funcionaria eso indica que a partir de ese resultado deberían tener seguimiento y tratamiento, lamentablemente no siempre es así.
Raúl Hernández vive en el reparto Cuba Libre con su esposa y sus dos hijos pequeños. Todos enfermaron de COVID-19, y como indicaba el protocolo, al no presentar síntomas graves, se aislaron en su vivienda.
Ellos pertenecen al consultorio 81 del policlínico Raúl Sánchez. En los casi dos años que llevamos de pandemia nunca les han realizado pesquisa. Durante su ingreso intradomiciliario no recibieron visita alguna del personal de Salud de la comunidad, pues la doctora del consultorio había resultado positiva a la enfermedad y solo habían enviado a un médico para apoyar la vacunación.
Cuenta que solamente la delegada de la circunscripción fue a verlos, porque conoce que además de tener dos niños pequeños él sufre de un enfisema pulmonar y pasaba por días realmente delicados, entonces entre tantos infectados logró priorizarlo con algo del poco medicamento que recibió para la comunidad que atiende.
Su odisea fue peor cuando tuvo que acudir a la consulta de evaluación que funciona en el instituto preuniversitario Isabel Rubio (otrora IPE):
“La primera vez fui a las 11 de la mañana y lo que había era una concentración. Alguien me dijo que regresara a las siete que a esa hora iba menos gente, pero se habían acabado las pruebas. Al otro día me levanté a las cinco de la mañana y era el número ocho de la cola. Me cambiaron como seis veces de lugar, después entre colados, amistades que resolvían, desorganización, e incluso niños que trajeron del Pediátrico y dos pruebas fallidas logré hacerme el examen. Regresé a mi casa a la una de la tarde”.
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Ana Luisa Martínez vive en el reparto Carlos Manuel, sabe que tuvo COVID-19 por los síntomas, pues el resultado de su PCR se extravió. El 18 de agosto acudió a la consulta, después de hacer cola dos días, con fuerte malestar y decaimiento, pudo hacerse la prueba y su mamá llevó al consultorio el papel correspondiente para que lo reclamaran.
“Me mantuve llamando constantemente y nunca llegó, ni siquiera aparecí en la base de datos ni por el nombre ni por el número del carné de identidad. En Higiene me dijeron que esa información la daba el policlínico. La primera vez que llamé allí, a las nueve de la mañana, el médico no había llegado, me indicaron que llamara más tarde. A las 10 volví a llamar y estaba descolgado el teléfono”.
Cuenta Ana Luisa que durante ese tiempo nadie fue a su casa. “Cuando pasaron los 14 días fui al consultorio y me prestaron un poco de atención al ver que mi examen de rayos x indicaba que tenía neumonía. Después de eso fue que recibí los medicamentos que necesitaba, porque realmente no los puedo conseguir por mi cuenta, y mi salario no da para comprárselo a nadie que los revenda”.
Detrás del protocolo
De acuerdo con la jefa de Atención Médica, la provincia en materia de recursos humanos cuenta con cobertura de médicos y enfermeras para todos los consultorios. “En el caso de que no haya médico por algún motivo, está lo que llamamos dúos y tríos, o sea, que los pacientes se deben remitir a los consultorios más cercanos. Con la alta infestación que existe se han enfermado muchos médicos y enfermeras y también hemos tenido que mover personal a la vacunación”.
Durante el tiempo en que se determinó el aislamiento en el hogar, apunta la directora municipal de Salud, lo indicado era que el médico entrara a la casa con los medios de protección (de los que disponen en menor o mayor medida) para valorar a los pacientes.
En el caso de los medicamentos, refirió que mientras estaba establecido el protocolo de ingreso en el hogar lo indicado era que el paciente debía recibir el nasalferón o lo que llevara en la consulta de IRA a la que asistía y según la disponibilidad.
Ese último aspecto ha tenido sus baches, sobre todo el nasalferón, porque depende de un nivel de producción, que debido al alto grado de infestación la industria no cumple. Ahora como el paciente tiene que ingresar se da en el centro de aislamiento y para ello cuentan con cobertura.
Vecinos del consultorio 39, perteneciente al área del policlínico Turcios Lima, coinciden en que durante su enfermedad nadie fue a visitarlos. Arelys González refiere que tenía a su padre anciano infectado y un día apareció una doctora. “Se paró en el camino, venía forrada completa y desde allí me preguntó cómo nos sentíamos. Me dijo que no iba a entrar porque se le había quedado el ‘esteto’ en su casa”.
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El doctor Reinier García Álvarez lleva solo un año de graduado. Desde que terminó sus estudios de Medicina ha estado en pleno campo de batalla: primero apoyó en La Habana, después en centros de aislamiento de la provincia y desde el 21 de julio es el médico del consultorio 38, ubicado en el kilómetro 83 de la carretera Panamericana, que pertenece al “Turcios Lima”.
Su rutina diaria es bastante compleja desde que comenzaron los ingresos en el hogar. “Llego todos los días y estoy en el consultorio hasta las 10:00 a.m. más o menos para atender a quienes vienen refiriendo malestar o síntomas, además de ocuparme del resto del trabajo que muchas veces tienen que ver con ancianos o embarazadas.
“Después salgo a visitar a los casos positivos. Me es muy difícil seguirlos todos los días. Trato de verlos una o dos veces a la semana, tres cuando más. No necesariamente espero la confirmación de un PCR, ya que a veces son pacientes a los que nunca les llega el resultado porque se extravía, pero poseen los síntomas y son contactos de positivos, entonces les doy seguimiento igual”.
Hasta el pasado ocho de septiembre había más de 50 casos activos en la zona en una población de más de 900 personas. Al ser un área semirural, las viviendas se encuentran muy alejadas unas de otras, lo que dificulta que un solo galeno pueda completar la evaluación diaria de todos los pacientes. Además, en varias ocasiones ha atendido a quienes llegan de otros dos consultorios donde no hay médico.
Comenta Reinier que ha recibido quejas de pacientes que no han sido visitados, y a veces sucede que el resultado del test de antígeno o el PCR entra por un área de Salud distinta o no lo informan. “Entonces no me entero y en ocasiones me lo dicen después del séptimo día”.
Si de una parte el paciente necesita de atención y consagración de su médico de familia, también el médico requiere de los medios de protección para poder desempeñar su labor. Este joven galeno solo posee dos sobrebatas y dos gorros que le regalaron cuando prestaba servicios en la capital del país. La careta que usa se la proporcionó el policlínico, pero la disponibilidad de guantes es también limitada. Sin embargo, este equipo de prensa fue testigo de que aun así, no deja de entrar a los hogares y examinar a los pacientes como está protocolizado.
“Siempre entro, los ausculto, converso con ellos para saber las necesidades. Lo que más me piden es medicamentos, quisiera tener una fábrica para poder ayudarlos. He entregado algo de nasalferón, pero a veces está en falta o no ha entrado el envío. La mayoría de las personas lo han pasado sin él o lo han conseguido por sus medios”.
De indolencias, transportes y ruidos en la comunicación
Todos los policlínicos tienen más de dos ómnibus para la transportación. Explica Morejón Romero que la indicación es que el día que falte uno hay que informarlo temprano para apoyarse en centros estatales.
“Los pacientes se recogen en sus hogares y se llevan a la consulta de IRA y después a los centros de aislamiento. Existe una mesa coordinadora provincial y otra municipal encargadas de la gestión y el control del traslado de los pacientes”.
Si el transporte debe estar disponible hasta que el paciente sea instalado al lugar donde sea remitido y si hay una mesa coordinadora encargada de tramitar el traslado, ¿qué pudiera fallar?
Isabel Cristina Montelongo y su familia han pasado duros momentos, después de perder a su tía a causa de la COVID-19 en medio de tensas jornadas relacionadas con procederes organizativos del sistema de Salud, tuvieron más percances.
Su prima, perteneciente al consultorio números tres del “Raúl Sánchez”, se infectó con el SARS-CoV-2 a solo 20 días de haber dado a luz. Gracias a que un familiar planteó una queja a la Dirección Municipal de Salud fueron a recogerla a su casa con su pequeña que era negativa a la enfermedad.
“A mi prima la trasladaron equivocadamente con su niña hacia el hospital León Cuervo Rubio. Por supuesto que al llegar le informaron que no era el lugar en el que podía estar y la mandaron al Hotel Pinar del Río, donde tampoco podía quedarse la niña. Hasta allí llegó el transporte”.
Narra que a través de un custodio, el papá de la bebé llamó a un taxi para que lo recogieran. “Me fueron a buscar a mi casa para quedarme con la niña el tiempo que fuera necesario, entonces nos llevaron al ‘Abel Santamaría’”.
Refiere Isabel Cristina que, además de los ruidos que hubo en la comunicación para un traslado efectivo, fue muy mala la atención en el cuerpo de guardia; sin embargo, tiene que reconocer la dedicación y especial trabajo de la doctora, la enfermera y la residente que esa noche estaban en el servicio de Neonatología, quienes ayudaron a calmar a la bebé, la valoraron y la alimentaron.
“Cuando ya pudimos regresar a la casa, eran pasadas las tres de la mañana. Nos dirigimos a la parte donde hacen guardia los vehículos estatales y había un yipe de la Empresa Porcina. Al plantear nuestra situación, el chofer, con su cara fija en el celular nos dijo que no tenía nada que ver con eso y que no contaba con combustible”.
Después de hablar con el encargado del puesto de mando y de ofrecerse a comprar el petróleo, el señor, de manera grosera, refirió una explicación similar. Entonces decidieron salir a pie hasta su vivienda ubicada en la Alameda, con una bebé recién nacida en brazos.
Luego de unos metros pararon una patrulla de policía, les aseguraron que vendrían a recogerlos, pero después de 40 minutos de espera y con la pequeña muy alterada siguieron caminando.
“Cerca de La Sandunga vimos que venía un carro, lo paramos y resulta que era el mismo yipe que nos había negado la ayuda. Había salido para acercar a una persona a su casa en la calle Herryman, y casualmente ese señor conocía al padre de la niña. Nos dejó muy cerca de donde vivimos. Cuando nos bajamos del carro lo bendije.
“Sé que no era su obligación hacernos el favor, solo cuestión de humanidad. Esto hay que vivirlo y sufrirlo para saber lo que es en realidad”, dice Isabel Cristina al terminar su testimonio.
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Claudia González y su esposo tienen una hija de 12 años y un varón de 29 meses. Como contactos de un caso positivo empezaron a sentir síntomas el día ocho de septiembre. Reportaron la situación varias veces y a través de diferentes vías para que los trasladaran a hacerles los exámenes correspondientes.
“La verdad es que nadie quiere irse de la casa para un centro de aislamiento, pero el niño estaba haciendo fiebre y la niña tenía mucho decaimiento, yo no tengo que darles en la casa y me da miedo que suceda alguna complicación y que no pueda hacer nada. Hemos llamado por nuestra cuenta, el médico y la enfermera lo han reportado, incluso las estudiantes que hacen la pesquisa, y nada”.
Pertenecen al policlínico Turcios Lima y luego de 48 horas de espera decidieron irse por sus medios.
Estas historias pudieran parecer aisladas, pero desafortunadamente se han hecho comunes en la realidad de muchos pinareños que sufren ante la indolencia, el mal trabajo, la incapacidad y otras cuestiones asociadas a elementos puramente subjetivos. Los ejemplos son muchos y hasta peores.
En ningún país del mundo las autoridades sanitarias ni gubernamentales estaban preparados para lo que vivimos hoy. Cuba no es la excepción y a pesar de los esfuerzos enormes que se hacen para enfrentar la pandemia, mucho trecho existe entre lo que se acuerda en los protocolos a nivel de país y lo que se hace en cada territorio.
Reconocer que tenemos fisuras y deficiencias no es una derrota, es el punto de partida para resolver problemas que dependen también de los recursos humanos.
Si a las limitaciones y a los problemas económicos que tenemos se suma la desorganización, el descontrol y la insensibilidad, la enfermedad ganara mucho más terreno y arrebatará a nuestros seres queridos. La muerte no tiene solución.
(Tomado de Guerrillero)
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