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¿Cómo lograr una mejor participación popular en Cuba? (+ Podcast)

Tras los sucesos del 11 y 12 de julio han ocurrido varios debates. Uno de ellos es la necesidad de llegar a los barrios y transformarlos para bien: movilizar a la comunidad, a los vecinos y atender sus reclamos, muchas veces pospuestos o burocratizados.

Se han hecho varios estudios y solo en la capital se detectan más de 60 comunidades con mayores problemas por resolver. En función de ello, se suman instituciones estatales y organizaciones políticas y de masas.

Hace pocos días fue noticia en Cubadebate que más de 3 400 universitarios, profesores y profesionales de varios sectores se han integrado a las Brigadas Juveniles de Trabajo Social, una iniciativa de la Unión de Jóvenes Comunistas para, fundamentalmente, identificar las inquietudes de los ciudadanos en algunos territorios de La Habana.

El llamado está hecho por el propio presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, a participar, a que el pueblo tenga un papel importante en la solución de sus dificultades. Pero … ¿cómo lograrlo? 

Hoy volvemos al podcast de Cubadebate con el objetivo de encontrar respuestas en torno a la participación popular, tan aclamada en las últimas semanas. Nos acompañan en este episodio tres profesores de diferentes disciplinas:

  • Olga Pérez Soto, Doctora en Ciencias Económicas y Profesora Titular de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana.
  •  Marxlenin Pérez Valdés, Doctora en Ciencias Filosóficas y Profesora Titular de Teoría e Historia del Marxismo de la Universidad de La Habana.
  •  Yuri Pérez Martínez, Doctor en Ciencias Jurídicas y Profesor Titular de Derecho Constitucional y Administrativo de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana.

Escuche aquí:

***Le proponemos que lea un resumen de las principales ideas debatidas***

Las “manifestaciones pacíficas” del 11 de julio se transformaron en impactantes disturbios. Foto: AFP

Comenzamos con una interrogante que quedó pendiente en el último podcast de Cubadebate: ¿Qué  hacer después del 11 de julio para responder reclamos, preservar la paz y soberanía en Cuba?

Marxlenin Pérez Valdés: Si se quiere pensar lo que ocurrió en el país por esos días, habría que comenzar por superar ciertos tabúes instalados en nuestro imaginario social, para deconstruir eso de “los hechos del 11 de julio” -así de manera tan general-, entre otras cosas para ayudar a desmitificar lo que en realidad pasó, y que una gran parte de la prensa contraria a la Revolución ha pretendido teatralizar.

Me refiero -a grandes rasgos- a esas protestas populares con un componente de espontaneidad y pacifismo, pero que también contaron con el respaldo de una campaña mediática poderosa desde las redes sociales virtuales, y que terminaron tornándose violentas y vandálicas.

Dotar de determinaciones lo ocurrido por aquellos días de julio implica a su vez enmarcar esas protestas o manifestaciones populares dentro del complejo contexto de la pandemia de COVID-19, la intensificación del bloqueo de Estados Unidos contra el país, en paralelo con todas las carencias materiales y espirituales que en las últimas décadas se han venido agudizando.

Pero también deberíamos ubicar estas protestas dentro de una movilidad social
condicionada a partir de un paquete de medidas que el gobierno ha estado aplicando en distintas instancias, muchas de las cuales fueron anteriores a estas manifestaciones del 11 de julio.

La otra cara de esto nos muestra el consenso popular alrededor de que no es necesario esperar a que ocurra este tipo de manifestaciones ciudadanas para atender y responder las exigencias populares, las cuales -es oportuno enfatizar- se dieron en su mayoría dentro de la lógica del socialismo.

Y en este sentido habría que establecer una relación entre un grupo de medidas
gubernamentales por una parte y de otra un sistema de demandas y expectativas del pueblo que evidentemente -aún cuando pudieran estar contenidas en este esquema- no se han logrado satisfacer.

Por eso es valioso que allí donde las soluciones todavía demoran, en su
lugar se acompañe a las personas en sus malestares -por cierto, una práctica que siempre distinguió a la Revolución cubana- y se trabaje por continuar reduciendo la brecha pueblo-Estado.

Hay que saber llegarles a las personas en sus reclamos para poder acompañarlas certeramente y brindarles las soluciones que esperan. Generar alternativas y sobre todo ser receptivos al otro; porque de ningún modo podemos comprometer la comunicación entre el pueblo y sus representantes.

La clave para que situaciones de esta índole no nos sorprendan, podría estar en algo tan simple, pero tan importante, como mantenernos todo el tiempo en constante conexión y retroalimentación con la base y sus expectativas en la Revolución.

Yuri Pérez Martínez: Entender que el 11 de julio pauta una agenda para la institucionalidad cubana de responder reclamos, preservar la paz y la soberanía, es asimilar acríticamente un conflicto multidimensional con implicaciones políticas de la que Cuba no está exenta.

Hay patrones culturales, políticos, jurídicos, filosóficos e ideológicos que se
promueven desde los centros hegemónicos de poder mundial, que trascienden las fronteras nacionales e implican siempre una proyección de ciudadanos politizados conforme a determinados intereses.

Ciertamente los hechos del mes de julio permiten hacer valoraciones sin olvidar que como fenómeno subjetivo, cuando valoramos, cada sujeto le incorpora sus emociones, experiencias de vida, prácticas en las que participa, sentimientos.

Esa consideración general y abstracta de “hechos” y “sucesos” tampoco ayuda a comprender en su dimensión exacta e integral lo ocurrido, y que tiene una multiplicidad de causas, condiciones y determinaciones que sirven para explicar, la supuesta “naturalidad” con que algunos sectores asimilaron discursos de dominación y odio tejidos en una operación mediática, desde las redes sociales virtuales y aprovechando la desarticulación, aunque quizás no sea el mejor término, de las redes sociales no virtuales, a causa del confinamiento y distanciamiento que ha impuesto la pandemia de la COVID-19.

Personas que se movieron circunscritos a un guion preconcebido y escrito desde un laboratorio para propiciar protestas sociales y que muestran como válidas, determinadas demandas por la legitimidad construida y que ampara el comportamiento ciudadano en un momento histórico concreto.

Es importante, también y ello es prioritario, saber captar, encauzar e
interpretar adecuadamente los legítimos reclamos que al amparo de los derechos reconocidos en la Constitución cubana de 2019 se ejercieron por un grupo de personas y que se insertan en la lógica socialista de poner al ser humano en el centro del sistema.

Pero dicha lógica, desde la complejidad social, no puede limitarse al análisis únicamente de atender reclamos que se hagan por los ciudadanos al Estado o al resto del entramo institucional cubano, precisamente porque el socialismo “no cae del cielo”, como se ha repetido infinidad de veces, esa lógica debe entenderse en varias dimensiones y como materialización del principio de corresponsabilidad.

Así, el examen crítico de las demandas y exigencias de algunos ciudadanos en relación con la gestión del gobierno durante el pico pandémico, que se expresaron el 11 y 12 de julio, indica que no puede concebirse solo en una dimensión unidireccional, vale también preguntarse por los reclamos, los pedidos reiterados y el cumplimiento de los deberes de los ciudadanos en relación a las medidas epidemiológicas que, incluso bajo fórmulas jurídicas sancionatorias, se incumplieron.

También es importante que todos -Estado, ciudadanos, sociedad en su conjunto- cumplan con lo establecido. Claro un estudio riguroso de esta situación conlleva a la búsqueda de razones que generan procesos de anomia y de ineficacia de las normas jurídicas en un espacio concreto de ordenación jurídica.

O sea, no es un fenómeno simple, debemos tratar de realizar enfoques integrales, analizar la realidad desde diversos ángulos y siempre teniendo como pilares para la actuación a la Constitución de la República, no solo por la supremacía que en ella subyace, sino por ser expresión de un debate y voluntad popular.

Ahora bien, tampoco podemos desconocer que el 11 y 12 de julio contribuyó a despertar de cierto letargo en algunos lugares y de algunas personas y que obliga a la mirada aguda y crítica.

Olga Pérez Soto: Atender los reclamos de la población, preservar la paz, la tranquilidad ciudadana, así como la soberanía nacional son principios esenciales del proyecto que construimos.

Son aspectos de diferentes niveles y alcance. Sin soberanía nacional no hay paz y sin ellas, es imposible desarrollar y perfeccionar el poder popular y la participación de los ciudadanos en el objetivo de una sociedad que se distingue por la justicia social.

Los hechos ocurridos no son los que colocan en nuestra agenda socialista la paz y la soberanía nacional. Parte de los hechos ocurridos atentaron contra esos principios y deben ser analizados con un enfoque de totalidad e integralidad.

Deben ser analizados en el contexto geopolítico del proceso histórico de Revolución. Cuba representa una experiencia concreta de construcción de socialismo en los siglos XX y XXI.

Dicha experiencia ha convivido con distintas normas de hegemonía internacional. Con ello quiero significar, que hemos coexistido con las mutaciones del imperialismo global y sus reglas en la pugna por la hegemonía mundial.

Nuestros análisis no deben olvidar, que los retos y desafíos que nos planteamos con la Revolución, no quedaron inamovibles, se fueron complejizando y todo ello con el ascenso del imperialismo neoliberal.

Analizar el socialismo en general y el cubano en particular, divorciado del desarrollo de esta lógica, puede generar simplificaciones, dogmatismos y reduccionismos.

Partiendo de esto, es importante ser enfáticos en que los hechos de julio son también parte de una estrategia  imperialista global  contra la fuerza del ejemplo que representa Cuba. Pudimos enfrentar una operación política, mediática, subversiva, e intervencionista en circunstancias del recrudecimiento del bloqueo (243 medidas de presión máxima) y de una situación epidemiológica muy compleja.

Los debates sucedidos a los acontecimientos de referencia, no deben ser fragmentados, ni enclaustrados en barrios, comunidades, hechos, temas, reclamos, sujetos, etc. No se trata de ignorar las formas concretas y particulares de expresión de contradicciones a través de insatisfacciones, incomprensiones, desacuerdos, demandas, reclamos, opiniones y disensos.

Deben ser analizadas y ubicadas en el contexto del complejo proceso de transformación social desde el subdesarrollo. Llama la atención cómo en muchos análisis, se excluye la referencia a cómo sería el subdesarrollo cubano si no hubiéramos tomado el rumbo socialista.

Retomando la importancia de no fragmentar los debates, es importante subrayar que dicha transformación necesita gestionar el sistema de contradicciones heredadas y generadas, y al mismo tiempo, enfrentar deformaciones y desviaciones resultantes, de la practica social, al no haber podido interpretar algunas de esas contradicciones oportuna y adecuadamente en cada contexto, e incluso, habiéndolas capturado y comprendido, no siempre han podido ser implementadas y conducidas coherente.

Los reclamos asociados a inconformidades por condiciones económicas y de vida realizados, no expresan todos los retos y desafíos que tenemos los cubanos para el avance y consolidación del socialismo y que están identificados.

Como decía Fidel, la crítica y la autocrítica ha sido y deben ser una constante, buscar y analizar los problemas desde sus causas y no ser autos complacientes, es una garantía para avanzar de manera sólida.

Al comenzar el siglo XXI, compartía la importancia de profundizar en las soluciones de deformaciones que implicaban desviarse de nuestro camino y como consecuencia el valor de entender los tiempos históricos y la posibilidad de reversibilidad del socialismo no necesariamente por agresiones externas, sino por sus propios errores de no trabajarse con el compromiso y apego a la verdad y desde sus causas para corregirlos.

¿Qué falló en el trabajo desde y para las comunidades en los últimos años? ¿Por qué aparece ahora como una necesidad de primer orden a rescatar?

Olga Pérez Soto es Doctora en Ciencias Económicas y profesora de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana desde 1988. Foto: Cortesía de la entrevistada

Olga Pérez Soto: La necesidad no aparece ahora. Está identificada por el Estado, por el Partido, por el gobierno, el pueblo y las ciencias sociales. La necesidad está colocada en el proceso de actualización del modelo de desarrollo socialista.

Existen contradicciones no resueltas, no atendidas; contradicciones que refuerzan desigualdades, referidas al empleo, a su remuneración, a condiciones de vida, de acceso, de derecho, de participación, de asistencia social, de seguridad social y otras que también están identificadas.

Sin dudas, todos estos problemas acumulados se expresan de maneras heterogéneas en la sociedad, y con mucha más fuerza en la vida cotidiana, en los barrios y familias.

La solución de los mismos requiere una visión de integralidad-país. En los Lineamientos están reconocidas todas esas necesidades: territoriales, municipales; las formas de discriminación…

Se viene trabajando en ello.

Los 21 años transcurridos en este siglo, especialmente desde el 2011, son testigos de este empeño de la actualización, aún insuficiente. Por eso se impone la necesidad de trabajar con audacia, con sensibilidad, con innovación por parte de los representantes del Estado, del gobierno, de las instancias políticas, de las organizaciones, de las instituciones. De acelerar las propuestas de cambios en el diseño, en su ejecución, en la implementación y en el control de esas políticas.

Es importante colocar temas que erosionan al socialismo como son la complicidad con lo mal hecho, y el dejar hacer y el dejar pasar. 

Toda persona que convierta en un medio de vida su función pública, su función política y social, y que por eso, naturalice que de esa función se deriven privilegios, accesos, beneficios… deja de ser la persona idónea para la construcción socialista, porque atenta precisamente contra las bases del socialismo y socava la unidad revolucionaria.

Igual que Cuba significa un referente para el mundo como una construcción de una sociedad mejor para el hombre, la fuerza del ejemplo es el mayor recurso para movilizar y explicar los sacrificios al pueblo.

Todas las contradicciones no resueltas internamente, tienen un costo político, social e ideológico. La variable ‘tiempo’ tiene gran importancia en procesos de transformación histórica de gran calado como es la propuesta de construcción del socialismo.

La necesidad de conjugar lo ‘necesario’ y lo ‘posible’ entre el tiempo histórico monumental del proyecto que es construir el socialismo por una parte y, el tiempo histórico de vida del individuo por otra, es de suma importancia para la sostenibilidad de la suscripción de los sujetos sociales al mismo, como parte de la demostración del socialismo como alternativa y superación al capitalismo.

Marxlenin Pérez Valdés es Doctora en Ciencias Filosóficas. Foto: Cortesía de la entrevistada

Marxlenin Pérez Valdés: Todos los barrios son diferentes, incluso los denominados ‘vulnerables’ tienen condiciones económicas y culturales disímiles, con demandas y necesidades propias que actúan como matrices dentro de esa categoría.

Hay diferencias concretas entre la vulnerabilidad de un barrio que pudiera llamarse La Cuevita en San Miguel del Padrón  a otro como Romerillo en Playa, o en comparaciones con barrios de otras provincias.

El fatalismo geográfico también se constituye como causante de vulnerabilidades.

¿Cuál vendría a hacer la unidad dentro de la diferencia? Al margen del barrio en el que nacimos o en el que crecimos y vivimos, nos formamos desde las principales conquistas de la Revolución, convertidas en derecho de todo el pueblo, como son el acceso a la salud y la educación gratuitas y de calidad, al deporte, a la cultura, a la asistencia social, la seguridad ciudadana y la ciencia revolucionaria.

Sin embargo, qué pasa con estas valiosísimas conquistas de nuestra Revolución socialista toda vez que atraviesan el umbral de algún barrio vulnerable. Puede suceder que, por ejemplo, esa maravilla que es la educación gratuita y que ha posibilitado altos niveles de instrucción de la población, encuentre obstáculos, algo que se manifiesta con énfasis en unos barrios más que en otros. 

Las urgencias, tanto materiales como espirituales en ellos, son disímiles y varían de acuerdo a sus particularidades. Hay que establecer prioridades y aprender a llegarle a las verdaderas necesidades de sus habitantes, que no siempre son correctamente interpretadas por quienes tienen la responsabilidad de atenderlas.

La labor de la Revolución cubana en las comunidades también integra las conquistas socialistas y se remonta al triunfo revolucionario de enero del 59, permaneciendo en la agenda revolucionaria amén de sus altos y bajos.

Por eso, plantear que ‘ahora aparece como una necesidad de primer orden que hay que rescatar’, puede desconocer la tarea cotidiana de miles de personas dedicadas al trabajo comunitario de punta a punta de la isla, contando con el granito de arena de los mismos integrantes de determinadas comunidades, pasando por artistas e intelectuales entre los que me quedan bien de cerca los profesores de mi facultad de Filosofía, Historia y Sociología, integradísimos al trabajo comunitario y diferentes formas de investigaciones asociadas a este, hasta las autoridades de los gobiernos locales, el Partido Comunista, los CDR y un gran número de instituciones cubanas enfocadas en las comunidades.

‘El trabajo desde y para las comunidades que se nos está apareciendo’ hoy puede responder también a esa presencia de nuestros dirigentes caminando, literalmente, por algunos barrios vulnerables, visitando comunidades, acompañando, mirando, escuchando, apropiándose de historias de vidas reales narradas por sus propios protagonistas.

Por ejemplo, vemos a Ramiro Valdés acompañando al pueblo de Santiago de Cuba, al presidente Miguel Díaz-Canel visitando barrios como San Antonio de los Baños el mismo día de las protestas, pero también lo hemos visto cada día en un sitio diferente, Gerardo Hernández, revitalizando los CDR con su paso de un barrio a otro.

Si hoy tenemos la apariencia de que se rescatan las comunidades puede ser fruto, también, del diálogo que se está articulando entre las voces que reclaman ser atendidas y esa dirección de la Revolución que está yendo a escucharlas.

De cualquier modo, la transformación de los barrios ‘vulnerables’ no debería ser proyectada como algo coyuntural o como algo que se desprendió de un movimiento general de transformaciones de la sociedad cubana, si no que tiene que ser parte de un proceso orgánico en constante enriquecimiento y progreso que caracterice al socialismo.

Hay que devolverle a ciertos barrios, más que a otros, el amor de la Revolución y el amor hacia la Revolución.

Preguntarnos por qué son vulnerables y en qué sentido lo son, detectar cuáles son las condiciones concretas mediante las cuales se sigue reproduciendo marginalidad se produce y reproduce pobreza y abandono.

De cualquier modo, habrá que seguir tocándole la puerta a los vecinos de estos barrios y comunidades mientras escuchamos lo que tienen para decir, sus expectativas en la Revolución y en ese mismo proceso, de búsqueda de soluciones, poderlos incorporar, hacerlos partícipes activos en la resolución de sus propios problemas.

Yuri Pérez Martínez es Doctor en Ciencias Jurídicas. Foto: Cortesía del entrevistado

Yuri Pérez Martínez es Doctor en Ciencias Jurídicas. Foto: Cortesía del entrevistado

Yuri Pérez Martínez: En relación al trabajo en las comunidades… éstas deben ser el primer eslabón del todo, o sea, del país, y es importante que así lo asumamos. No podemos separar las interrogantes en relación a lo comunitario, sin conocer las respuestas a nivel general y viceversa.

En la comunidad es donde el individuo satisface sus necesidades, donde es sujeto activo y pasivo de dinámicas de poder de diversos tipos; donde se determinan los procesos de construcción social, pero también donde mejor se expresan las inconformidades, las dificultades, nuestros problemas e incapacidades.

Es preciso que todo eso se exteriorice y se asuma por los canales, vías y mecanismos de participación que son herramientas populares de integración y control político.

La acumulación de problemas en las comunidades está diagnosticada, está estudiada por las ciencias sociales e incluso con acciones  de solución previstas a ejecutar y que aparecen en Lineamientos, macroprogramas, programas, proyectos, investigaciones e iniciativas… que provienen tanto del sistema estatal como del entorno político partidista y del contexto asociativo cubano.

No es ocioso que recordemos esta realidad, porque tal parece que la tierra es cuadrada y no se mueve, y lo digo para enfatizar que tanto la teoría como la práctica han encaminado sus esfuerzos, no solo a diagnosticar, sino a solventar y ello es una prioridad perenne.

Más allá de un análisis multidisciplinario y de resultados científicos que pueden demostrar con causas, efectos, amenazas, debilidades, fortalezas, oportunidades… persisten problemáticas que debemos erradicar y que están asociadas al valor del trabajo en la sociedad, a las barreras que dificultan la participación, a la transparencia.

Sobre todo a la hora de afrontar nuestras dificultades, la creación normativa y la participación popular que le es consustancial.

También persiste la deficiente comunicación política en este espacio comunitario que es trascendental, donde no siempre existe una sincronía entre lo que se dice y lo que se hace. Los lastres que todavía remolca el Poder Popular, que no se manifiesta en todas las comunidades de igual forma, ni con el mismo alcance, pero que todavía se manifiestan.

Existen confusiones entre las funciones estatales y las partidistas, con las consecuencias negativas que estas representan y que están expuestas con toda claridad en el informe central al VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.

Es necesario fortalecer en la base a las organizaciones de masas y sociales, pues son vitales para generar más participación. 

De qué modo se propicia la participación popular en los barrios cubanos para la expresión de necesidades y preocupaciones de los ciudadanos. ¿Cuáles son los procedimientos o mecanismos? ¿Podemos decir que son suficientes?

En Concordia 162 existen 16 apartamentos. Aquí se realizan algunas acciones para transformar la comunidad. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Yuri Pérez Martínez: El mejor modo de propiciar participación popular en nuestros municipios, en nuestras comunidades y barrios, es a partir de la democracia socialista y desde una perspectiva multidisciplinaria e integral, la participación popular: multiactoral, deliberativa y co-responsable en todos los niveles territoriales, dimensiones y ámbitos de institucionalidad.

Primero, como elemento de funcionalidad y calidad democrática y, segundo, como elemento de relegitimación permanente de nuestro sistema político.

En este sentido, es urgente que superemos la concepción de la participación como práctica estrictamente formal y homogénea, limitada o concebida fundamentalmente a consulta, asistencia o movilización no diferenciada; atendiendo a los sujetos que participan, o sea, al rol del sujeto en determinadas dinámicas.

No obstante, frente a tendencias que buscan transpolar experiencias foráneas para el trabajo comunitario, y no estamos negando la validez que puedan tener,  preferimos inclinarnos por revitalizar nuestra institucionalidad en el municipio, en lo local, porque es allí donde se pueden alcanzar óptimos ambientes institucionales para la participación popular. 

De hecho, si examinamos nuestros instrumentos, vías o mecanismos para participar, podemos decir que todavía son limitados. Por supuesto, a ello hay que sumarle muchos problemas de eficacia y eficiencia.

Podemos crear otros, no lo negamos, pero ahora se impone lograr que los que tenemos funcionen y lo hagan bien.

Nuestro diseño constitucional tiene muchas potencialidades para articular altos niveles de participación. Es imprescindible que revisemos, tanto en el discurso institucional como en la práctica, algunos signos que indican un desplazamiento del poder o del centro del poder, en su concepción original de los órganos representativos a órganos administrativos. 

Ello puede atentar en la consolidación del Estado socialista de derecho y justicia social, porque puede desconfigurar la naturaleza, la esencia del poder en Cuba que es eminentemente popular.

Por ejemplo, en la lógica del municipio, es trascendental para el sistema político y toda la ciudadanía entender que la Asamblea Municipal del Poder Popular es el órgano superior del poder del Estado en su demarcación; está investida a tales efectos de la más alta autoridad y, que la relación con el Consejo de la Administración es de subordinación de éste a aquella, pues en todo momento debe rendirle cuenta de su actuación.

No es posible que figuras administrativas y designadas tengan un rol que en dinámicas concretas se erijan por encima de los representantes populares. 

Sería injusto decir, por supuesto, que esto es intencional. La propia cotidianidad y el rol de la administración municipal en la satisfacción de las necesidades económicas, de salud, asistenciales, educacionales, culturales, deportivas… ha propiciado esta situación.

Es preciso entender, en otro orden de análisis, que el socialismo, no reproduce de manera espontánea ámbitos de democratización. El proceso de construcción socialista implica generar permanentes formas y mecanismos de participación popular en todos los espacios que sea posible. 

Para la necesaria transformación de los mecanismos y vías de participación popular es indispensable identificar los frenos, los lastres, los problemas… tanto externos como internos, que impiden que el diseño previsto constitucionalmente del Poder Popular, despliegue en la práctica todas sus potencialidades.

Debemos fortalecer, junto al de las Asambleas Municipales del Poder Popular, las figuras del delegado y de los Consejos Populares. 

Es vital que defendamos el socialismo desde la vida cotidiana y para ello es imprescindible fortalecer la cultura democrática y educar para participar. La participación no puede percibirse como algo abstracto, no es, ni debe ser considerada un término de académicos o una palabra mágica, que solo por mencionarla dibuja una sonrisa en quien la escucha.

La participación es un elemento para la funcionalidad democrática y la sostenibilidad del socialismo en Cuba. Por eso, los mecanismos para participar nunca serán suficientes, porque todos los días tenemos que buscar el perfeccionamiento de ellos para hacer sentir el poder popular. 

Marxlenin Pérez Valdés: La participación en nuestra sociedad debe, ante todo, producir un arcoíris de potencialidades humanas. No debe unilateralizar, porque eso es justo lo que hace el capitalismo: cosifica todas las relaciones sociales y a la realidad misma. Los barrios en Cuba son una expresión viva de ese gran ajiaco que compone nuestra sociedad.

Se evidencia la diversidad social tal cual existe en la realidad cubana porque cohabitan los religiosos, los ateos, los comunistas, los contra, las o los amos de casa, los estudiantes, cuentapropistas, jubilados, militares e incluso, los odiadores asalariados que pululan las redes virtuales.

Con esa diversidad y variedad de colores, gustos, aspiraciones, necesidades, hábitos y costumbres, con esta suma de subjetividades hay que contar y hay que sumar.

Uno de los elementos aglutinadores de esta riqueza social que siempre distinguió a la Revolución cubana fue la participación dentro de ella, desde la cual, a su vez, encontró legitimidad nuestro socialismo. Me refiero a la construcción de un sujeto que pasó de ser espectador a ser partícipe desde los primeros años de la Revolución, a convertirse en el protagonista de su proceso socialista.

Hoy no puede ser diferente. Hay que actualizar e incorporar las nuevas generaciones y los nuevos actores de la sociedad civil cubana en esa defensa de la conquista de la Revolución, que se desata día a día desde la vida cotidiana. 

Mecanismos existen muchos, algunos más efectivos que otros, en desuso u oxidados. Por ejemplo, algo tan cercano a la base como los delegados del Poder Popular o el presidente del CDR de nuestros barrios, esas personas a las que se les va la luz y el agua en el mismo horario en que se le va a una.

Los mecanismos existen desde hace tiempo, pero los hemos dejado languidecer. No quiere decir que no necesitemos construir nuevos, buscar otros procedimientos, pero también apuesto por hacer funcionar los que nacieron de forma natural para responder a los intentos y a los intereses de la mayoría en nuestro país. 

Debe existir un equilibrio entre la participación popular directa y su representación política y, en esta relación deben existir una coherencia entre la participación popular y la apropiación política de ella por parte de los dirigentes del país. Hay que generar modos de participación que tributen a la movilidad socialista en el mismo sentido en el que requerimos un gobierno receptivo ante esa participación popular.

No es casual que en infinidad de ocasiones vimos a Fidel Castro enseñarnos que sin las masas, el socialismo fracasa. 

Cómo lograr que las personas sean las protagonistas en la búsqueda y ejecución de las soluciones a sus problemas. ¿Qué hace verdaderamente popular a la participación?

En Centro Habana, por ejemplo, existen varias problemáticas por resolver. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Yuri Pérez Martínez: La única forma posible, no hay otra, es participando, o sea, empoderando al ciudadano. Para ello es importante que tengamos en cuenta varios elementos. En primer orden: quién o quiénes participan, o quién y quiénes pueden participar.

Tiene que ver con la legitimidad, la habilitación para participar, los requisitos que establece el ordenamiento jurídico para poder ser parte de determinados mecanismos como las consultas, los plebiscitos, los referendos, los propios procesos electorales, las rendiciones de cuenta.

También está relacionada con la cultura de la participación y no solo de ella, sino de la deliberación. Es importante que eduquemos al sujeto para participar.  En la formación está un aspecto que es vital, yo diría que es de vida o muerte, porque usted puede tener todas las ganas de participar, toda la energía, pero si no tiene todas las herramientas cognitivas para poder hacerlo, su participación no es de la calidad suficiente que necesita el sistema político.

Y además, este elemento del ‘sujeto’ tiene que ver también con lograr una participación diferenciada, atendiendo a las dinámicas concretas donde participa el individuo. No una participación homogénea, sino que atendiendo al rol que el sujeto desempeña en determinados espacios comunitarios, en determinados proyectos…así será su participación.

Hay un segundo elemento que es trascendental y tiene que ver en el ‘por qué’ se participa. Estamos llamados todos los días a preguntarnos eso. ¿Por qué hoy los ciudadanos tienen motivaciones o carecen de ellas para participar?

Aquí hay que valorar las condicionantes, las propias experiencias del sujeto partícipe, todas las  valoraciones que realiza en torno a la acción participativa, a su utilidad; por supuesto, y cómo se mueve en esas dinámicas participativas.

El terreno que no abonemos desde la construcción del socialismo, lo pueden abonar otros a partir de la formación de opinión política y, puede calar, está demostrado que muy hondo, en la conciencia de los ciudadanos. 

Un tercer elemento que creo es importante, tiene que ver con ‘dónde se participa’. Tenemos que diferenciar ámbitos y espacios, lograr que a partir de la esencia popular de nuestro poder, de nuestro sistema, la participación sea el ABC, el pan nuestro de cada día. Y que todos pensemos en cómo propiciar espacios y ámbitos para la participación.

Las maneras en que perfeccionamos y la necesidad de transformar la participación institucionalizada responde al cómo: ‘cómo participamos’. Por supuesto, aquí están las vías, los instrumentos, los mecanismos y la necesidad de articular y encauzar por cada uno de ellos la participación.

Hay un elemento que es de vida o muerte: los efectos que tiene la participación; o sea,  si esa acción participativa que nosotros desarrollamos tiene efectos vinculantes o no; en la medida en que los ciudadanos vean que su participación se ve reflejada en políticas públicas, no solo en la ejecución de ella o de políticas sociales, sino en la concepción, en el desarrollo, en la evaluación y el control de la política pública. 

Esto es vital para lograr una activación importante del poder popular.

No podemos dejar de referirnos al entorno para participar. Tiene que haber condiciones favorables para poder participar, tiene que existir una institucionalidad abierta y flexible, un sistema de innovación social para participar.

Creo que es trascendental que desde todos los ámbitos de la sociedad miremos con mucha importancia el tema de la participación, porque realmente en esto se nos va la sostenibilidad de nuestro proyecto socialista.

Marxlenin Pérez Valdés: Hay un mal que se ha instaurado en nuestras conciencias y sobre el que se habla poco: es la mentalidad del ‘me toca’. Incluso, de cierta forma, fue inculcado por la misma Revolución debido a cuestiones muy puntuales que frenan la apropiación ciudadana de cierta participación indispensable al proyecto socialista.

¿Cómo lograr que las personas sean protagonistas? Brindándoles, para empezar, la oportunidad de hacer, de construir, de formar, de forjar. Creando posibilidades, estructuras, condiciones para que cada persona encuentre su lugar y su función en esa sociedad más humanista que queremos y que debemos seguir construyendo entre todos. 

Necesitamos que vuelva a ser tendencia ese sentido de pertenencia ciudadana o social que siempre nos ha caracterizado. Hay que permitir que las personas hagan por ellas mismas todo cuánto necesiten hacer por sí mismas y también por los demás.

Superemos la mentalidad del ‘me toca’ con la pregunta de ‘qué puedo hacer y por qué’ y ‘qué he hecho por mí y por mi familia’.

Para que seamos protagonistas en la búsqueda y ejecución de soluciones también hay que incentivar la creatividad, el pensamiento crítico, combatir el burocratismo, la corrupción, lo mal hecho, la chapucería, el triunfalismo, la demagogia. En fin, cierta rutina de vicios que ponen en peligro preservar el socialismo cubano.

Como antídoto propiciemos un tipo de participación creadora y abierta, dirigida a continuar democratizando nuestra sociedad. La participación en el socialismo no es ni puede ser igual a la participación en el capitalismo, de modo que la participación en la Revolución socialista cubana debe ser ante todo, popular, social, legítima, creadora, incluyente, democrática y humanista. 

Por eso me gusta hablar de participación en plural como participaciones. Guiadas por el bien común, la virtud y el amor.

En resumen, participación dirigida a la  paz y a la soberanía.

Por eso debemos enriquecer nuestra sociedad civil, creando nuevas condiciones de posibilidad para la participación popular, desde las cuales poder construir subjetividades desalienantes y liberadoras propias del socialismo. Hay que continuar labrando el camino y sus oportunidades de existir, planteándonos metas comunes en el sentido en el que somos parte de una misma comunidad, un mismo barrio, un mismo país y una misma Revolución.

Una Revolución que no ha abandonado a los humildes, con perdón de la frase trillada.

Lo vemos hoy más que siempre, cuando por ejemplo, no se hace distinciones en la vacunación de la población, con vacunas que son el resultado valioso de cientos de procesos de participación y articulación de diversos sectores de la población: instituciones, organismos, centros de altos estudios e investigación, etc. que confluyen guiados por la utilidad de la virtud y el amor al prójimo.

Olga Pérez Soto: Cuando nos referimos a la participación popular en los barrios, no debe reducirse a la expresión de necesidades y preocupaciones de las personas.

La participación está planteada como una de las principales transformaciones de la actualización del modelo cubano de desarrollo desde sus primeras versiones. No debe limitarse a proponer demandas, sino a  proponer formas en las que se erijan como protagonistas en los procesos de esa transformación social.

Cuando nos referimos a la participación popular que requerimos para trascender la participación formal , destacamos como un aspecto esencial el entender que la participación de las personas como sujetos portadores del cambio social y como protagonistas de ese cambio social socialista, lo hacen a través de la participación en sus diferentes roles y espacios.

Todos forman una matriz de ese tejido social: participan como sujetos, como propietarios, como productores, consumidores, ciudadanos, familia; participan en la vida política, en las organizaciones de masa…en todo ese tejido social y con las diferentes formas de esa movilización social.

La participación es imprescindible verla como un sistema que articula la naturaleza, el contenido y el modo de hacerse.

La naturaleza de la participación es, ante todo, esencialmente emancipadora. Debe estar pautada por la voluntad de la mayoría y, al mismo tiempo, necesita ser inclusiva, plural, diversa y no discriminatoria, para lograr avanzar en la construcción de ese tejido social. 

Cuando hablamos del sistema participativo, estamos hablando de que esté basado en valores y principios, en el respeto a lo colectivo, sin anular al individuo, pero, al mismo tiempo priorizando la configuración de un sujeto colectivo en ese sistema de participación.

Ese sujeto colectivo en el contenido de la participación, no tiene otra forma de hacerlo si no está basado en la transparencia, en la crítica, en la autocrítica. 

Nadie puede estar ni actuar, por encima o al margen de la ley, por eso lo más importante en la participación es que es un deber y también un derecho. Debe  ser consciente, responsable, comprometida, pero para ello, debe ser el resultado de un proceso de formación, de una cultura integral, cívica, jurídica, económica, política e ideológica.

Solo así el modo de participación desarrollará formas. No es solo visualizarlo como: ‘pedir opinión’, ‘informar’, ‘comunicar’. Incluso, cuando esa información sea con calidad para la comunicación, no bastaría con eso, no bastaría con convocar, con consultar, con movilizar.

‘Participar’ debe ser acompañado por decisiones, por todo el proceso de implementación, por su evaluación, por su corrección, por su control, incluso por las propuestas de lo que se valida y no funciona para hacer una nueva forma de pensamiento en ese protagonismo de participación. 

Para que la participación social no confronte el sistema de intereses de la sociedad, a sus actores, a los representantes… sería posible que se condujera de una manera donde no se obstruyan los canales que tiene, para que fluya, para que sean reales y efectivos y combatir, desde la gestión administrativa, y desde el control popular a la corrupción, la burocracia y la ineficiencia.

Por eso siempre cuando se debate en las Ciencias Sociales sobre el sujeto portador del cambio social socialista, la complejidad que lleva en ese sistema de participación es que el sujeto como protagonista es heterogéneo, es un sujeto en formación en el tiempo, es un sujeto intergeneracional. Aquel hombre nuevo que hablaba el Che es un sujeto en formación permanente para que retribuya después, como protagonista de la realidad que está construyendo y transformando.

La participación debe ser, al mismo tiempo, fundamento y resultado de la unidad y para la unidad del pueblo. La unidad no debe ser entendida solo entre y para los revolucionarios, debe defender la voluntad de la mayoría pero al mismo tiempo no ignora la diversidad.

El socialismo no se construye solo para los revolucionarios, se construye para el pueblo. En la medida  que se consoliden sus conquistas y pueda desarrollar su capacidad emancipadora, sumará individuos como sujetos asociados al proyecto colectivo, demostrando su capacidad de ser un proyecto de desarrollo para y por el hombre.

Déjanos saber en los comentarios qué crees sobre la participación popular en Cuba. ¿Cuáles son las principales trabas y desafíos por superar?

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