Son los Juegos Paralímpicos una competición deportiva cargada de emociones, en las cuales todos los participantes son ganadores. Desde que se preparan ya vencieron, pues son hombres y mujeres que se han superado a sí mismos.
En Tokio-2020 asistimos a la XVIII edición de estas citas, que se iniciaron en Roma-1960, pero la de la capital japonesa ya nos trae una mirada diferente: es la primera en la que una ciudad los acoge por segunda vez, después de que los hospedara en 1964.
También la lid tokiota es la que más mujeres tiene en concurso, con 1 853 de un total de 4 403. Otra novedad de la presente lid es que ha hecho estrenarse en su programa competitivo a dos disciplinas: bádminton y taekwondo.
A las sensaciones que nos despiertan estos atletas podríamos sumar las exclusividades que tienen las justas paralímpicas. Muchas de las modalidades en las que se disputan las medallas tienen su versión olímpica, pero hay otras que solo son patrimonio de las confrontaciones que estamos viendo hoy. La boccia y el goalball, o golbol en español, son dos de ellas.
La primera es similar al conocido juego de bolos, y en sus reinicios solo lo practicaban personas con parálisis cerebral. Actualmente lo cultiva cualquier deportista en silla de ruedas con parálisis, lesión cerebral o con discapacidad severa.
El golbol es solo para personas ciegas o con discapacidad visual. Dos equipos de tres jugadores se enfrentan por 24 minutos. La idea es que el balón entre en la portería contraria usando la capacidad auditiva, pues la esférica posee cascabeles en su interior. Los jugadores llevan antifaz para competir en igualdad de condiciones.
A Tokio-2020 le queda una semana, y no podía tener mejor colofón que las hazañas de estos héroes y heroínas.