El texto “se basa en una presunción de culpabilidad de China y es solo para hacer de China un chivo expiatorio”, afirmó por su parte, en un comunicado, la representación diplomática de Beijing en Washington.
Según Ma, China concede alta importancia a la cooperación internacional en el proceso de investigación del origen del virus y muestra de ello son las dos invitaciones a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a investigar el asunto en su suelo.
En enero, un equipo de expertos internacionales enviado por la OMS viajó a Wuhan para realizar la “primera fase” de un estudio sobre el origen del SARS-CoV-2.
Su informe, hecho en colaboración con especialistas chinos, fue muy criticado. De acuerdo con éste, el paso del virus de los murciélagos a los humanos a través de un animal intermedio era la hipótesis más probable de su origen, mientras que la presunta procedencia de un laboratorio era “extremadamente improbable”.
La falta de certezas motivó que la OMS solicitase a mediados de agosto al gobierno chino autorización para realizar una nueva investigación en el territorio, pero tal petición fue rechazada por Beijing.
División en la comunidad de inteligencia estadounidense
La hipótesis de que la propagación del virus causante de la COVID-19 inició tras una fuga de laboratorio fue descartada por la comunidad científica al inicio de la pandemia. Sin embargo, como el supuesto animal intermedio aún sigue sin aparecer, la teoría de la creación artificial resurgió con fuerza en el debate público en Estados Unidos.
A mediados de mayo, una quincena de expertos publicó un artículo en la reconocida revista Science en el que instaron a considerar seriamente esta teoría.
Biden dio a los servicios de inteligencia estadounidenses 90 días para “redoblar esfuerzos” y conseguir explicar el origen de la pandemia. El informe clasificado, en cumplimiento de la encomienda, le fue entregado el martes, sin arribar a conclusiones unánimes o certeras en lo que concierne al surgimiento.
Las agencias de inteligencia estadounidenses siguen divididas sobre los orígenes, pero concuerdan en su creencia de que los dirigentes chinos no conocían el virus antes del inicio de la pandemia.