Ya no es el precio «reordenado» que pagan los comensales, sino las peripecias para confeccionar un menú a la altura lo que convida a volver la mirada sobre los comedores obreros, cuya gestión provocó, a inicios de la tarea ordenamiento, merecidas críticas.
«En los primeros meses del año casi nadie almorzaba. Los trabajadores no estaban de acuerdo con los precios, aunque aquí la cifra más alta fue de unos 22 pesos», contó a Granma José Ramírez Pérez, director de la unidad empresarial de base de Logística de la Empresa Provincial Constructora de la Administración Local 2 (Ecal 2), perteneciente a La Habana.
Hoy, dijo, nos ajustamos al límite de los 18 pesos, luego de varios acomodos en las fichas de costo y de la disminución (si bien siguen siendo altos) de algunos precios mayoristas que se «dispararon» con el inicio del ordenamiento, en particular los cárnicos.
Según Ramírez Pérez, para equiparar los costos del comedor también han implementado variantes que van desde la oferta de menús específicos, independientes de los platos básicos del día, hasta ventas de determinados productos a los trabajadores.
El punto neurálgico en estos momentos, aseguró, está en los suministros y su estabilidad. «Hemos tenido que renunciar a algunos proveedores porque no les llegamos a sus precios y, en otros casos, son ellos los que no tienen suficiente producción para abastecernos con regularidad.
«Tratamos de mantener alrededor de cinco platos diarios y sostener estándares de calidad acordes con los nuevos precios, pero no siempre lo logramos. Tengamos en cuenta que un kilogramo de comino, por ejemplo, nos cuesta mil pesos. Y solo estamos hablando de un condimento».
En lo complejo que resulta garantizar variedad y calidad, sin exceder los 18 pesos, que no es poco para el bolsillo de los trabajadores, también coincidió Arnaldo Pérez Vidal, subdirector de Economía de la Dependencia Interna del Gobierno de La Habana.
Antes del ordenamiento, recordó, «los precios del comedor, que también presta servicios a otras entidades, rondaban los tres pesos. Durante el mes de enero, a diferencia de otros lugares, todo permaneció igual, pues trabajamos con productos de inventario. Hoy, sin embargo, el almuerzo oscila entre 8 y 12 pesos y, excepcionalmente, 18».
La gente siempre quiere que sea más barato, pero aquí se discutieron todos los precios con los trabajadores y, a partir de los incrementos, también la calidad ha mejorado, confirmó más tarde Lourdes Ochoa, funcionaria de la entidad y una de las comensales asiduas.
Aunque las historias de los comedores obreros pueden ser tan diversas como centros existan, estas experiencias apuntan a lo acertado de «fijar como límite, para establecer el precio por el servicio diario de almuerzo y merienda a cobrar a los trabajadores en los comedores obreros, que el promedio mensual no exceda de 18 pesos».
Lo dispuesto, que se ha venido cumpliendo en líneas generales, quedó establecido en la Resolución 9 de 2021 del Ministerio de Finanzas y Precios, la cual determinó, además, que «los costos y gastos derivados del servicio de almuerzo y merienda que se brinda en los comedores obreros y cafeterías del sector empresarial, que no se financien con los ingresos de esta actividad, se asumen por las entidades y no se consideran gastos deducibles, a los efectos del cálculo del Impuesto sobre Utilidades».
Asimismo, las unidades presupuestadas, incluidas las de tratamiento especial, han debido ajustar sus gastos al nivel del precio aprobado, y las diferencias tienen que asumirlas sin incrementar sus presupuestos.
LA AUTOGESTIÓN COMO PREMISA
Cada territorio, a partir de estas directrices, ha diseñado sus métodos para controlar lo establecido y corregir cualquier distorsión. En el caso de La Habana, por ejemplo, la dirección provincial de Finanzas y Precios llevó a cabo, entre los meses de febrero y marzo, un examen de buena parte de los comedores obreros de la capital, con la participación de estudiantes de tercer y cuarto años de la carrera de Contabilidad.
Randar Romero López, subdirector de esta entidad, informó a Granma que fueron visitados alrededor de 200 establecimientos, en 13 municipios capitalinos, entre los que figuraron unidades presupuestadas y empresas de subordinación local, así como algunas entidades nacionales.
Las deficiencias detectadas, detalló, «estuvieron relacionadas, fundamentalmente, con las fichas de costo, las normas de elaboración y la cantidad de personas ubicadas en las áreas de comedor, lo cual se fue corrigiendo de manera paulatina.
«Hoy, a partir del observatorio de precios de la provincia y el monitoreo de las quejas recibidas, los precios en los comedores obreros no constituyen un problema».
Romero López también enfatizó en la descentralización de los precios en estos establecimientos bajo el principio de que sean costeables, o sea, no se trata de generar utilidad, sino de que los ingresos financien sus costos y gastos.
No obstante, más allá de los límites en los precios y de su cumplimiento, aún quedan deudas por saldar en materia de autogestión, de impulso al autoconsumo y de transformación de la actividad de los comedores obreros, en pos de diversificar las ofertas y garantizar la calidad que exigen y merecen los trabajadores.