―Ay, mi amiga, estoy en puro susto. Quién te dice a ti que hoy me levanto más tarde de lo acostumbrado (estuve viendo hasta la madrugada la novela colombiana que me prestaste) y siento una manifestación…
―¡¿Otra más?!
―No, vieja, espérate, no me cortes la dramaturgia. Pensé lo mismo que tú, tengo que admitirlo, pero cuando me asomo, ¿qué veo?: un grupo tremendo de gente, junto al ruido de motosierras y camiones. Han tomado por asalto el Solar de las Margaritas y están tumbando una mata de mamoncillo inmensa que lleva años ahí, porque, según me dice la presidenta del CDR, van a poner de lo más chulo ese tugurio.
―Ven acá: ¿el Solar de las Margaritas no es ese en el que nació Celia Cruz, La Guarachera de Cuba? ¿No será que se cumple alguna fecha redonda de ella y van a construirle un monumento, un Centro de Estudios o algo así?
―No creo. El cumpleaños es en octubre, no será hasta el 2025 su centenario.
―Es que ayer oí al presidente de la Uneac…
―Donde está la fuerza.
―…declarar en el discurso por las seis décadas que la organización ha sido «punto de confluencia, puerto para el encuentro de lo diferente, para la conformación de un territorio común…». Pensé que reivindicaban a Celia.
―No, todavía el puerto para el encuentro de lo diferente tiene problemas con el transporte y la economía interna. Pero no me saques del trigo y la harina de maíz de mi pan: te decía que es apoteósico lo que se ha armado en ese solar, yo nunca había visto tantos tipos con agendas haciendo anotaciones, mientras una brigada de universitarios apilaba las ramas sobre las camionetas. No disfrutaba en esta cuadra a tanta juventud desde que se armaban aquellos pitenes antológicos entre los negritos del solar y los blanquitos de la cuadra, en los que, por cierto, participó alguna que otra vez Alejandro, el ministro de Economía que defiende hasta con las uñas las tiendas MLC.
―Entonces lo del solar puede considerarse un ordenamiento.
―No exageres, tú sabes cómo son las cosas cuando se hacen a la carrera, empujadas por las circunstancias. Esa misma mata daba una sombra tremenda y encapuchaba todo lo feo que hay detrás, además de ser sostén económico de una decena de familias que vendían a veinte pesos el mazo de mamoncillos. Casi una cooperativa.
―Quizás se fomente allí algún plan de subdesarrollo local.
―Ojalá. No hay manera de emperifollar Las Margaritas desde las raíces, en primer término porque el censo para inquirir cuántas familias habitan el solar demoraría lo menos un mes, y están apurados por cambiar la imagen. Fíjate que han aparecido de la nada, burlando el bloqueo, metros de arena, piedra, cabilla y como cien sacos de cemento.
―¡¿Cemento?!… Ay, chica, lo has soltado así, de pronto, poco faltó para que me diera un vahído. ¿Qué hotel cinco estrellas habrá sido aplazado? ¿Suspendieron hasta nuevo aviso el proyecto de campos de golf de la península de Guanahacabibes?
―La arena (nada es perfecto) la han vertido sobre un arroyo de aguas albañales que sale del propio solar y que, evidentemente, no está contemplado en los lineamientos. Te imaginarás la cochambre del agua putrefacta variando el ph de la arena y de la futura mezcla.
―¿Y dónde será almacenado el cemento? No son tiempos de financiar circuitos cerrados de televisión, alarmas de rayos infrarrojos ni Brigada Especial para la Custodia de Áridos becada allí por tres meses.
―Al cierre de esta publicación lo habían colocado sobre la acera. Todo indica que quieren salir de eso hoy mismo, y que el espíritu mancomunado de los participantes encofrará y fundirá in situ y en un dos por tres la nueva escalinata por la que los habitantes de la ciudadela se proyectarán hacia el futuro.
―¿Será lo que leí en el Granma: que es parte de la estrategia de trabajo que desde hace algunas jornadas se realiza en las sesenta y dos comunidades habaneras de mayor vulnerabilidad?
―Seguro. Canel dijo en La Güinera que esos barrios son escenario de una transformación que se consolida en muy poco tiempo y da una imagen de prosperidad que tenemos que seguir acrecentando.
―¿Prosperidad dijo? El pobre, a veces se pasa. Y lo del poco tiempo él sabe las razones. Cuando yo lo digo: a todos los muchachos que el 11 de julio viraron carros de la policía y los coronaron con basura en Toyo debían liberarlos. Algunos de ellos, no te quepan dudas, son de ese Solar de Las Margaritas.
―Te apoyo. Si yo fuera Gerardo Hernández les otorgaría el Premio del Barrio. La ciudad va a ser un tin diferente gracias a ellos, no importa si mañana el repello se cae y otra manifestación obliga a este «sistema de trabajo que tiene que quedarse para siempre».
―A propósito: recuérdale por Messenger a tu prima, la de Houston, el maquillaje que quedó en mandarnos. ¡Y por tu madre, ni se te ocurra comentarle lo que hemos hablado, que nos montan en la ruta 35!