En una reunión el viernes a puertas cerradas, funcionarios de la administración Biden dijeron que los expertos que estudian las misteriosas enfermedades conocidas como el «Síndrome de La Habana», que afectan a decenas de diplomáticos, espías y sus familiares, todavía están luchando por encontrar pruebas que respalden la teoría principal de que agentes rusos están detrás de lo que a menudo definen como «ataques de microondas».
El dato se manejó en una reunión inusual y clasificada, convocada por la directora de inteligencia nacional, Avril D. Haines, confirmaron a The New York Times varios altos funcionarios de la administración que hablaron bajo condición de anonimato.
El propósito de la reunión fue evaluar las investigaciones y los esfuerzos para tratar a las víctimas de los todavía inexplicables dolores de cabeza, mareos y pérdidas de memoria informados por decenas de funcionarios del Departamento de Estado y la CIA.
Si bien el presidente Biden no ha dicho casi nada públicamente sobre los episodios, el Consejo de Seguridad Nacional (NSC, por sus siglas en inglés) ha lanzado un esfuerzo urgente y coordinado entre varias agencias federales para abordar el problema. Se han creado dos grupos de trabajo separados, uno para investigar la causa, dirigido por la CIA, y otro para encontrar la tecnología que pudiera detectar o bloquear los ataques.
El tema de la reunión del viernes del Consejo de la Comunidad de Inteligencia Conjunta fue confirmado el domingo por la noche por Timothy Barrett, director asistente de inteligencia nacional para comunicaciones estratégicas.
«Esta es una de las principales prioridades para la comunidad de inteligencia y estamos apoyando el esfuerzo liderado por el NSC para obtener respuestas, cuidar a nuestra gente y evitar incidentes futuros», dijo.
La reunión incluyó al secretario de Estado Antony J. Blinken, al fiscal general Merrick B. Garlan, al director de la CIA William J. Burns y al del FBI Christopher A. Wray.
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La naturaleza de alto rango de la sesión fue un indicio de la rapidez con que los ataques, comenzados en 2016, han pasado de ser un misterio médico a un problema urgente de seguridad nacional.
Los funcionarios de la administración dicen que se sorprendieron por lo desorganizada que fue la respuesta del gobierno durante los últimos cuatro años, en parte porque no había una forma unificada para que los departamentos compartieran informaciones sobre los episodios y porque muchos de los objetivos fueron oficiales de inteligencia cuyas identidades y ubicaciones no podía ser reveladas.
Administración Biden investiga casos del llamado “síndrome de La Habana” en Viena
Un estudio de diciembre de 2020 realizado por la Academia Nacional de Ciencias concluyó que lo más probable era que la causa de los ataques fueran microondas, pero funcionarios de la administración Biden admiten en privado que el grupo no tuvo acceso a información clasificada.
Poco después de asumir el cargo, el asesor de seguridad nacional de Biden, Jake Sullivan, nombró al director de inteligencia del Consejo de Seguridad para organizar una respuesta entre los gobiernos afectados, como Estados Unidos y Canadá, y se convocó a expertos externos con autorizaciones de seguridad para iniciar nuevos estudios.
En la reunión del viernes, los grupos de expertos informaron que la teoría principal seguía siendo que el origen del misterio está en los rayos de microondas, aparentemente dirigidos a edificios y residencias gubernamentales, ya sea como parte de un esfuerzo de espionaje o como un intento deliberado de golpear a los funcionarios estadounidenses con un debilitador, una arma invisible y difícil de rastrear.
«Es posible que esto comenzara como un esfuerzo de espionaje que se convirtió en un medio de ataque sigiloso», dijo un funcionario familiarizado con las investigaciones. Señaló que los supuestos adversarios estadounidenses habían utilizado la tecnología de microondas a lo largo de los años para intentar recrear documentos detectando las emisiones de las máquinas de escribir y los teclados de las computadoras, y luego para captar las comunicaciones de los teléfonos celulares.
Pero «la parte frustrante es que todavía no hay una conclusión definitiva que permita al presidente llamar a los rusos a constar, como lo ha hecho con los ciberataques».
Sin embargo, la administración se siente presionada para demostrar que está buscando activamente la fuente de lo que todavía se refiere formalmente como «incidentes de salud anómalos» luego de que varias víctimas se quejaron, comenzando en la administración Trump, de que sus investigaciones estaban siendo desestimadas y que la ayuda médica había sido lenta.
Biden hizo una rara referencia pública al tema en un discurso ante funcionarios de inteligencia a fines del mes pasado. Dijo que su administración estaba «coordinando un esfuerzo de todo el gobierno para responder a estos incidentes, porque este desafío exige que los departamentos y agencias, incluida toda la comunidad de inteligencia, trabajen juntos con urgencia».