La joven alegó que trataron de mandarla a la fuerza a Minsk el domingo, tras criticar al Comité Olímpico de Bielorrusia (COB), dirigido por Víktor Lukashenko, hijo del impopular dictador de Minsk.
“El intento de repatriar por la fuerza a Krystsina Tsimanouskaya contra su propia voluntad es otro ejemplo de la brutalidad de la represión del régimen de Lukashenko que golpea a todas las categorías de la sociedad bielorrusa, incluyendo atletas, y no respeta ninguna tregua olímpica”, expresó Nabila Massrali, portavoz del jefe del Alto Representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, según información de la agencia Reuters.
La fuga de Tsimanouskaya
Tras correr los 100 metros el viernes anterior, y quedar eliminada, la inscribieron sin consultarla en la prueba de relevos de 400 metros, para la que no tenía entrenamiento. La atleta criticó en redes sociales a su comité olímpico y a los responsables del equipo por lo que definió como una “mala práctica”.
Esto bastó para que integrantes del cuerpo técnico se presentaran en su habitación de la Villa Olímpica, a las 5 am, para forzarla a regresar a Minsk escoltada de dos personas. Ya en el aeropuerto de Haneda, en Tokio, Tsimanouskaya pidió ayuda a agentes policiales de Japón, quienes la socorrieron, y posteriormente al COI.
Rápidamente, Polonia respondió al llamado de auxilio de la Fundación Bielorrusa de Solidaridad Deportiva, que apoya a atletas perseguidos por Lukashenko. Marcin Przydacz, viceministro polaco de Exteriores, declaró que su país “hará todo lo que sea necesario para ayudarla a continuar su carrera deportiva”.