El pueblo de Cuba vive otro momento de alta significación en su historia, que demanda unidad y firmeza, y es precisamente cuando el país rememora el ataque a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes el 26 de Julio de 1953 que el legado de los moncadistas debe estar más presente que nunca.
La Isla vuelve a estar amenazada, aunque han transcurrido muchos años desde abril de 1960, cuando Lester D. Mallory, Vice Secretario de Estado durante la administración de Eisenhower, firmó un memorándum secreto que expresaba: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro… el único modo previsible de restarle apoyo interno es mediante el desencanto y la insatisfacción que surjan del malestar económico y las dificultades materiales…»
Y aconsejaba “(…) hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba… una línea de acción que, siendo lo más habilidosa y discreta posible, logre los mayores avances en la privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Las novísimas doctrinas de golpes mediáticos, teniendo como un excepcional aliado del criminal bloqueo a la pandemia de la Covid-19, han sido tomadas para tratar de crear fisuras al proyecto social cubano.
En esas excepcionales condiciones llegamos al aniversario 68 de los ataques a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, y está claro que la única forma de honrar la fecha es no claudicando ante las poderosas fuerzas del imperio que hoy intentan destruir la Revolución.
Este 26 de julio recordamos cuando el joven abogado Fidel Castro se reunió con los revolucionarios en la Granjita Siboney, en las afueras de la ciudad de Santiago de Cuba, y les dijo: » Podrán vencer o ser vencidos…pero de todas maneras el movimiento triunfará, este gesto servirá de ejemplo para el pueblo de Cuba» y partió con un centenar de jóvenes que irrumpieron en el cuartel Moncada, mientras en Bayamo tenía lugar simultáneamente el asalto a la fortaleza Carlos Manuel de Céspedes.
Fidel dirigió el grupo que atacó por la posta tres del Moncada, y Raúl Castro ocupó con otros hombres el Palacio de Justicia, mientras Abel Santamaría llegó al otrora hospital Saturnino Lora, pero no se logró la sorpresa al coincidir una patrulla de recorrido que se enfrentó a los combatientes.
Fue así que se generalizó el combate y los guardias del cuartel santiaguero se hicieron fuertes desde su superioridad numérica y en armamentos frente a los asaltantes.
Con las primeras luces de la mañana del día 26 de julio en la fortaleza fue recibida la orden del dictador Fulgencio Batista de matar sin restricción alguna a los prisioneros, y la soldadesca se aprestó a cumplir la orden y asesinó a más de 50 revolucionarios, muchos de ellos en el mismo patio del edificio con disparos a boca tocante, casi a la vista del pueblo.
Solo unos pocos sobrevivientes resultaron detenidos y enviados a prisión, entre ellos, Fidel, Raúl y Juan Almeida.
Los santiagueros fueron testigos de la orgía de sangre que impuso el ejército en la urbe y sus alrededores, y de inmediato muchos se movilizaron en apoyo a los sobrevivientes.
Tampoco el ataque al cuartel de Bayamo tuvo éxito al fallar el plan inicial y generalizarse el tiroteo de la guarnición desde sus posiciones, lo que obligó a los revolucionarios a retirarse.
El juicio a los moncadistas
El juicio contra los moncadistas y las palabras de defensa de Fidel, bajo el título “La Historia Me Absolverá”, se convirtieron en el programa político y de movilización social que llevaría al pueblo y a todas las fuerzas revolucionarias a unirse contra la dictadura bajo su liderazgo indiscutible y el Movimiento 26 de julio, que tomó nombre en la gesta.
La historia cubana ya no sería igual después de la gesta del Moncada. Se vino abajo el mito de la imposibilidad de luchar contra un ejército represor que podía ser derrotado.
El ejemplo que nos legaron los moncadistas de imponerse a dificultades y reveses que parecían insuperables, hoy está muy presente en las generaciones de revolucionarios cubanos que enfrentan acciones desestabilizadoras y el arreciamiento del bloqueo económico, comercial y financiero promovido por la política agresiva de la administración estadounidense, aplicada en medio de la pandemia de la Covid-19. (Jorge Wejebe Cobo, ACN)
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