De la naturaleza solidaria del cubano no queda mucho por decir. Esta semana conocimos de la partida de profesionales de la salud hacia Matanzas, una provincia que no está sola en el enfrentamiento a la pandemia y que recibe la solidaridad de muchos en este archipiélago.
Hoy ese territorio presenta la situación más compleja del país por su tasa de incidencia, dado el promedio de casos diarios, que ha superado la cifra de tres mil y las elevadas cifras de fallecidos. Allí se ha implementado un número importante de medidas para lograr conducir las acciones junto a las autoridades locales, que contribuyan a controlar el desfavorable escenario epidemiológico existente.
Y regreso a la naturaleza solidaria del cubano porque es verdad que hasta allí ha llegado personal de la salud de casi todas las provincias. 37 trabajadores del sector en Pinar del Río laboran en centros de aislamiento y hospitales de campaña de la Atenas de Cuba.
De aquí también fue abanderado, listo para partir, un grupo médicos recién graduados que el pasado sábado recibieron sus títulos y mostraron disposición a incorporarse a la primera línea de esta batalla por la vida.
Muchas veces hemos hablado de la solidaridad internacional, de las brigadas del contingente Henry Reeve que se fueron a otros lugares del mundo a ayudar en el enfrentamiento a la COVID-19, y a veces lo cotidiano, por cotidiano, no nos permite ver lo excepcional. Y en este caso ha sido esa solidaridad entre los propios cubanos y la disposición para brindar servicios también, donde la nación lo necesita.
Voy a aportarles otro dato, hasta principios de esta semana se habían incorporado a Matanzas un total de 205 médicos y 330 enfermeras procedentes de otras regiones del país y de los servicios médicos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Pero también fueron hasta allí especialistas del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, que laboran ya en el laboratorio de biología molecular, donde aumentó significativamente el número de diagnósticos diarios.
Pero también una brigada del Contingente Henry Reeve que acabó de regresar al país, profesionales que renunciaron a sus vacaciones y una vez concluida la cuarentena obligatoria se incorporan laborar con toda la experiencia adquirida en el exterior, en el manejo de la pandemia.
Ante la difícil situación que atraviesan los matanceros, nadie en Cuba miró al lado. Los forestales de Pinar del Río y de otros territorios transformaron la madera en camas para ayudar a ampliar capacidades. En unas horas se convocaron y en pocos días partían las primeras entregas.
Hay campañas en redes sociales desde las universidades, instituciones, organizaciones sociales donde se recibe lo que se quiera aportar para ayudar a aliviar la situación de los enfermos y sus familias.
Hablar de solidaridad no es difícil en este país. Allí cuando alguien lo necesita, sobran las manos para apoyar y compartir lo que se tiene. Por eso cuando hace unos días el presidente nos llamaba a seguir siendo solidarios y a no dejar que el odio se apropie del alma cubana, que es un alma de bondad, cariño y amor, nos decía que juntos, podemos seguir salvando a Cuba.