Desde Atlanta-1996 hasta los Juegos de Beijing-2008 el mundo olímpico vivió verdaderas hazañas en los escenarios competitivos. Una de ellas la protagonizó una mujer guantanamera todo coraje en los tatamis del judo. Driulis González fue la heroína en la sureña ciudad estadounidense.
Una grave lesión en el mes de abril de aquel año, diagnosticada por el profesor Rodrigo Álvarez Cambras como dos fracturas de vértebras cervicales, la invalidaron durante mayo y junio, y solo tres semanas antes pudo reiniciar los entrenamientos. Incluso, requirió llegar a Atlanta con una minerva en su cuello.
Su estirpe, su carácter indómito y la firme decisión de vencer, se unieron a la certera estrategia del entrenador más laureado de ese deporte, Ronaldo Veitía, quien nunca dudó de que ella subiría al podio. Hasta me llegó a decir, entonces, que ganaría.
No se equivocó. La guantanamera se cuidó muchísimo de que un agarre le resintiera la dolencia, adoptó varias posturas para no quedar de frente a sus rivales, hasta que logró superar a la sudcoreana Sun Yong. El día 25 de julio escribía una de las grandes proezas del deporte y la Medicina cubanas.
En esos Juegos, Rodolfo Falcón y Neisser Bent salieron de la piscina con las únicas dos medallas que Cuba archiva en la natación: plata y bronce en cien espalda. Ellos contribuyeron a que su país se mantuviera entre las diez primeras naciones del mundo, con el noveno puesto: nueve de oro, ocho de plata e igual cantidad de bronce.
En Sídney-2000, otras 12 mujeres inscribieron a la Mayor de las Antillas en el firmamento bajo los cinco aros. La selección de voleibol lograba lo que ninguna ha hecho: ganar tres coronas seguidas. Lideradas por Mireya Luis y conducidas por la erudita magia de Eugenio George, ganaron su tercer lauro dorado consecutivo, en un partido final que perdían por dos sets a cero, y vencieron en tres corridos a la potente escuadra de Rusia. Nuestro archipiélago conquistó 11 de oro, igual número de plata y siete de bronce, para el noveno sitio.
Desde el cuadrilátero de Atenas-2004, el boxeador Félix Savón trazaba un paralelo con Teófilo Stevenson. Allí, donde nacieron estas reuniones atléticas, el guantanamero sellaba su tercer trofeo de campeón consecutivo, justamente donde un moreno alto, fornido y pinareño, a quien nadie conocía, terminaba en quinto lugar en la superpesada de la lucha grecorromana. Era Mijaín López.
En Grecia, nueve áureas, siete plateadas y 11 bronceadas, ubicaron a Cuba en la oncena plaza de la tabla de medallas.
Durante los Juegos de Beijing-2008, Cuba igualó su segundo mejor acumulado de podios, 29 en total, solo superado por las 31 de Barcelona-1992, sin embargo, al obtener tres de oro, quedó en el escaño 18. En la capital china comenzó la estela de triunfos del gigante Mijaín López, y Yipsy Moreno tuvo el merecido colofón a su carrera, con el título del martillo, mientras Dayron Robles se revelaba como la exactitud sobre las vallas, en los 110 metros.
Para la historia quedó, en 2000, la primera vez que las dos Coreas marcharon bajo una misma bandera en la ceremonia inaugural, la cual era blanca, con el territorio de la península en azul. En 2004, Félix Sánchez, en 400 con vallas, le dio a República Dominicana su primera medalla de oro. En ese mismo año, la kayakista alemana Birgit Fischer ganó oro en k-4 500 metros y plata en k-2 500, convirtiéndose en la primera mujer en cualquier deporte con medallas de oro en seis Juegos diferentes, la primera en ganar con 24 años de diferencia y la primera persona en la historia olímpica en obtener dos o más medallas en cinco ediciones.
También en Atenas, Michael Phelps se llevó ocho de oro y repitió esa cifra en Beijing-2008, punto de arranque del reinado de récords y medallas de oro de Usain Bolt en el mundo de la velocidad.