En las esencias y los pequeños detalles que cada vez más agigantan la obra altruista de la ciencia cubana y refuerzan la confianza de un pueblo en la seguridad y eficacia de sus candidatos vacunales (Soberana y Abdala), está también –como dádiva valiosa– la entrega de muchísima gente sencilla en la dura batalla contra la COVID-19.
Así lo pudo constatar este diario en escuelas, centros laborales y consultorios médicos seleccionados para este proceso en las provincias de Granma y Sancti Spíritus, donde se multiplican los «enamorados» de la tarea bajo el liderazgo de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y la Asociación de Agricultores Pequeños (ANAP), de conjunto con las organizaciones políticas y el Gobierno.
EMPEÑOS COMPARTIDOS EN GRANMA
Bastó una convocatoria de «Yeni, la delegada», como le llaman a la activa dirigente de la circunscripción 136 del consejo popular Rosa La Bayamesa, en la cabecera provincial granmense, para que Sergio Molina Corrías y otros vecinos de su cuadra «asaltaran» con escobas, brochas, rastrillos y hasta un refrigerador, el seminternado Orlando Lara Batista, tras ser escogido como uno de los 67 sitios vacunales del municipio de Bayamo. «Cuando supimos en el barrio que la escuela sería uno de los vacunatorios nos invadió una tremenda alegría, y casi enseguida creamos una brigada para apoyar en lo que hiciera falta», apunta Sergio Molina, mientras muestra orgulloso el área certificada donde, junto a los suyos, irá a poner el hombro por la vida.
«Esto es una obra grande, muy grande, y nos emociona poder aportar nuestro granito de arena», añade Mario Herrera Quesada, uno de los entusiastas vecinos del CDR 4, que ahora custodia el centro y luego convocará a las familias cuando inicie la vacunación.
«Sabemos que el Estado y el Ministerio de Salud se encargan de garantizar las cadenas de frío y toda la seguridad del proceso, pero no existe mayor satisfacción que estar ahí, en la retaguardia, para lo que se necesite», señala la delegada Yeni Márquez Barrera.
Como en este centro, en los más de 200 sitios vacunales que se alistan en Granma es posible percibir el ajetreo de quienes están enfrascados en colocar banderas, garantizar el «buchito» de café al personal de Salud, u organizar la asistencia escalonada a los vacunatorios, entre otras acciones.
Ese empeño lo comparten también las federadas del territorio, protagonistas de varias iniciativas que elevan el rigor y la calidad de cada una de las jornadas de preparación.
«Nos complace mucho ver cómo nuestras mujeres se han acercado a la organización con pañitos de mano, nasobucos y servilletas hechas en casa para donarlos a las enfermeras; al mismo tiempo que han dado su disposición para limpiar los sitios vacunales o colaborar con la merienda del personal de Salud», destaca María Elena Hechavarría Carralero, secretaria de la FMC en Granma.
«Cómo no nos íbamos a sumar a esta batalla, si es la mejor forma que tenemos de decir gracias a nuestros científicos y a la Revolución, que nunca abandona a nadie», asegura Delia Rocamora Seco, quien a sus 69 años insiste en «darse vueltecitas» por el vacunatorio de su comunidad para que no falle nada, mientras se esperan «esos pequeños frascos que nos traerán la esperanza».
SANCTI SPÍRITUS PONE EL HOMBRO
Si los guajiros del poblado de Méyer, en el Escambray espirituano, como los de Bartolomé Masó, en las empinadas cuestas de la Sierra Maestra, en Granma, andan contando los días y hasta las horas que les faltan para recibir su inmunización contra la COVID-19, es porque tiempo antes muchas manos se juntaron para dar cauce y llevar a feliz término uno de los proyectos más humanos y desafiantes de cuantos haya emprendido la Revolución a lo largo de sus siempre complicados 62 años.
Por estos caminos, y por otros muchos, han transitado en los últimos días federadas, cederistas, combatientes, dirigentes campesinos, representantes del Partido y del Gobierno –el delegado en primera fila– y por supuesto trabajadores del sector de la Salud, para retocar los centros que serán usados como vacunatorios, revisar los listados y puntualizar hasta el más mínimo detalle por tal de que todo salga a la perfección.
—¿Y en Méyer habrá vacunatorio?, pregunta Granma a la presidenta de la Asamblea Municipal del Poder Popular en Trinidad.
—¿En Méyer? Claro que sí. Y en La Felicidad, en Tres Palmas, en Topes de Collantes, en Algarrobo, en Polo Viejo, responde la también diputada a la Asamblea Nacional, Tania Gutiérrez Fontanills.
Como un aporte «de mucho valor para el Gobierno y para Salud» califica Gutiérrez Fontanills el involucramiento de las organizaciones de masas del municipio de Trinidad, donde también estamos «calzando la tarea» con directores municipales asignados a cada uno de estos lugares.
«Las federadas están muy entusiasmadas con este proceso, hemos estado trabajando de conjunto con el personal de la Salud en la dispensarización de las personas en la comunidad, en el embellecimiento de los locales y en la identificación de los casos más vulnerables, aquellos que necesitan de alguna ayuda», aclara Belquis Díaz Jiménez, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas en Sancti Spíritus.
Desde la infusión para los hipertensos hasta el agua fría para algún que otro asustado; desde la ventilación y el necesario distanciamiento en los locales hasta la alimentación del personal sanitario que va a prestar servicios; todo ello y más se ha estado y se sigue tocando con la mano en los ocho municipios del territorio, como paso previo y necesario a la intervención sanitaria.
Pedro Águila Tejeda, presidente de la ANAP en Sancti Spíritus, quien ha sido partícipe y testigo de ese entusiasmo por asegurar todo lo relacionado con la vacunación, concuerda en que la alegría de la gente es pareja a lo largo y ancho de la provincia.
Es, sin dudas, el espíritu que late por igual en ciudades, pueblos y campos, tanto de Sancti Spíritus, como de Granma y de toda Cuba, donde otra vez, mucha, muchísima gente agradecida «le ha puesto el hombro a la cuestión», y no solo para vacunarse.