Cuando este 24 de junio la santaclareña Ernestina Trimiño Velasco recibía, de manos del Ministro de las FAR General de Cuerpo de Ejército, Álvaro López Miera, la réplica del machete mambí de Máximo Gómez, en ceremonia realizada en el Complejo Morro-Cabaña de La Habana, recordé aquellas palabras proféticas de mi padre, mientras afinaba su laúd, hace ya más de cincuenta años: «Escucha, hijo, esa voz que trina como el hermoso canto del ruiseñor, porque su dueña se convertirá en una de las grandes estrellas de este país. Se llama Ernestina, no lo olvides».
Y aun cuando en esa fecha yo era un adicto a Celina y Reutilio, al Jilguero y Martica Morejón, a Ramón y Coralia, Radeunda y Raúl Lima, a Justo Vega y Adolfo Alfonso, al dúo Los Compadres y a tantos otros de formidable trayectoria artística, detenía mi marcha y me quedaba embelesado frente a la radio cada vez que Aramís González anunciaba a través de las ondas de la Reina Radial del Centro, la música de Ernestina Trimiño, acompañada del conjunto Mi Cocodrilo Verde.
Su cálida voz, educada para interpretar cualesquiera de los géneros de la música popular por difícil que fuera, llenaba de melodía toda la campiña villareña y un poco más allá. Una voz que con el paso del tiempo se nos hizo sumamente familiar al punto que, sin ella saberlo, miles de gargantas le hacíamos coro lo mismo desde una cocina hogareña, una escuela, un surco o hasta el tablado de una carreta cargada de cañas.
Pero, ciertamente, Ernestina no escondió su voz dentro de un estudio de grabaciones, comenzó a asomar su rostro frente a las cámaras de la televisión y se hizo asidua visitante a programas estelares de la música criolla gracias a la calidad de sus interpretaciones; ha recorrido, con su arte como pabellón, casi toda la geografía nacional: bateyes, círculos sociales, jornadas cucalambeanas, carnavales y parrandas, actos políticos y ceremonias, sin importarle si actuaría sobre un escenario maravilloso, una tarima improvisada o simplemente sobre el rocío de la grama campestre de surcos y guardarrayas, pues una de las grandes virtudes de esta artista radica en su modestia y en esa forma original de asumir su cubanía.
Ernestina es capaz de sorprendernos con la magistral interpretación de un punto cubano, un bolero, un son montuno, un derroche de tonadas que con un duelo poético contra cualquier poeta por muy encumbrado que esté en el cenit del repentismo, siempre, saldrá airosa.
Por más de 50 años ha constituido una de las figuras principales del criollismo musical, criollismo que sigue defendiendo desde hace cinco lustros como voz líder del Quinteto Criollo; una voz que seguirá identificándose como la más juvenil de la campiña.
Felicitaciones a los escritores, artistas, periodistas e instituciones culturales e informativas que recibieron la Réplica del Machete Mambí del Generalísimo Máximo Gómez por su obra comprometida con el pueblo y la Revolución. #SomosCuba #CubaVivahttps://t.co/pAK0iyDps3
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) June 26, 2021
Importantísimos reconocimientos ha recibido en festivales como el de la Trova Pepe Sánchez, en Santiago de Cuba, en el cual impresionó al público y a la crítica por su calidad artística, así como en el de música «Isidro Benítez», de Villa Clara, en agosto de 1996, donde el Quinteto Criollo obtuvo el Tercer Premio de Interpretación, y en de Amorosa Guajira, en Camagüey 2002, y el saber que, junto a su Quinteto, ya fueron nominados una vez a los premios Grammy.
Por cultivar un arte consecuente con los altos valores de nuestra cultura revolucionaria y entregarse por entero a satisfacer la espiritualidad de su pueblo fue seleccionada Vanguardia Nacional del Sindicato de Trabajadores de la Cultura y reconocida con la Medalla Raúl Gómez García por más de 25 años en el sector artístico e, igualmente, con la Orden Juan Marinello.
A los matices tradicionales de su voz se le unen ahora el brillo fulmíneo de un machete que llenó de laureles la historia de una nación, cimentada en largos años de batallar incesante, y que coloca a Ernestina en otra dimensión: el de la cubana que ha elevado con su arte ese espíritu del mambí forjador de una cultura auténtica y revolucionaria. Honor a quien honor merece.
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