Artemisa, 28 jun (ACN) Un estudio sobre el ajo Pata de Elefante desarrollado por la Universidad de Artemisa (UA) en la finca escuela La Rebeca, de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Niceto Pérez, en Güira de Melena, demuestra los beneficios de la especie a favor de la seguridad alimentaria.
Originario de Asia Central, el ajo Pata de Elefante o Elefante (Allium ampeloprasum var. ampeloprasum) es un nuevo clon que ha cobrado auge en el mercado internacional debido al tamaño de su bulbo y dientes, más grande del acostumbrado.
Esperanza Elisa Mendoza Ramírez, máster en ciencias y profesora asistente en la UA al frente del proceso en el territorio, explicó en entrevista con la Agencia Cubana de Noticias que, junto al doctor Humberto Izquierdo Oviedo y cuatro estudiantes, el estudio, iniciado el pasado año, comenzará su próxima etapa en octubre, con la segunda siembra del ajo en la misma área.
La investigación, precisó, demostró la posibilidad de obtener altos volúmenes de una especie saludable a partir del empleo de los bioestimuladores del crecimiento de producción nacional a base de quitosano (QuitoMax®) y/o pectina (Pectimorf®) para atenuar el uso de fertilizantes químicos, contribuyendo a disminuir el efecto del estrés en las plantas y como herramienta ante la escasez de productos artificiales en el sector.
Lea aquí: A pequeña escala, pero sembrar, siempre sembrar
En la segunda fase, refirió, se pretende corroborar esos resultados donde se obtuvieron altos rendimientos sin usar ninguna clase de productos químicos y confirmar, además, los beneficios observados anteriormente en las siembras realizadas en La Habana y Batabanó con esa especie.
Puesto que la introducción de nuevos genotipos no siempre es satisfactoria, subrayó Mendoza Ramírez, es vital cumplir con todas las etapas planificadas para comprobar la adaptabilidad a las condiciones edafoclimáticas (suelo y clima), un proceso que demora y debe concluir en 2023.
De ratificarse esos resultados, dijo, se podría extender la experiencia al resto del país para aumentar el volumen de las cosechas, superiores a los de las variedades criolla y vietnamita, principales en el campo cubano.
La introducción del clon, puntualizó, responde a la degradación genética del ajo cosechado en el país, la falta de semillas para su producción y a la búsqueda de variedades resistentes a las enfermedades y el clima de la isla.
El estudio se llevó a cabo en una finca güireña cuyos productores tienen experiencia en este cultivo, más de 40 años dedicados a la labor, lo cual permitió aprovechar la cultura agrícola de en función de lograr un proceso semejante al desarrollado en las plantaciones en Cuba.
Rafael Báez Salgado, al frente de la finca escuela La Rebeca, declaró que fue un placer acompañar a los investigadores, pues pudo experimentar en la práctica los buenos resultados de la implementación de la teoría en función de la agricultura como ejemplo fehaciente de cómo la ciencia puede resolver problemáticas a favor del desarrollo social y económico del país.
Además, la socialización de esas experiencias posibilita que más productores se sientan atraídos a aplicar los avances en función de mejores cosechas, añadió.
El estudio resultó de la labor del programa doctoral en producción agrícola sostenible del Instituto Nacional de la Agricultura con la UA y al proyecto Mejoramiento genético del ajo para mitigar los efectos adversos del clima y contribuir a la seguridad alimentaria, cuyos resultados preliminares le merecieron en 2021 del Premio a la Investigación Científica de la dirección provincial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.