Con el triunfo de enero de 1959 se abrieron las compuertas para viabilizar la más amplia difusión del arte y la literatura. Los escritores pudieron extraer los manuscritos que permanecían engavetados y darlos a conocer a través de una serie de editoriales. Los artistas plásticos fueron convocados a numerosos espacios expositivos y las obras más destacadas pasaban a enriquecer los fondos del Museo Nacional. Músicos y artistas escénicos profesionalizaron su labor que hasta entonces ejercían a modo de aficionados con enorme costo de sacrificio personal.