MIAMI, Estados Unidos.- Resulta muy difícil describir la vida diaria del cubano promedio. Algunas veces hablas con personas que te dicen: “puede estar sucediendo lo que cuentan, pero todos lo aceptan sin protestar”, y es verdad, tienen toda la razón. Aunque a nivel social hay alguna que otra persona que protesta, algo que no se veía unos años atrás, de forma general el pueblo admite todas las medidas antisociales que toma la dictadura, y aún más, agacha la cabeza.
Es ya costumbre que la dictadura diga que lo que hace es en nombre del pueblo, satisfacer necesidades sociales y publicitarlas, de forma que Díaz-Canel es el que cura las injusticias sociales, no se sabe muy bien si con limonada, que es la base de todo.
Le dicen al pueblo que la salud, la educación, los hogares de ancianos, etc. son gratis, pero eso no es cierto, en este país las cosas se pagan hasta con la falta de libertades. Es una realidad que cada vez es menos lo que le dan al pueblo sin cobrárselo.
La inflación se está comiendo todo lo que los más pobres pueden haber ahorrado, e incluso los deja sin tener acceso al mercado.
En lo que va de año la sociedad se dejó imponer la Tarea Ordenamiento, permitió que se quedara sin “valor de uso” el dólar estadounidense, y en estos momentos se está inyectando de forma masiva un candidato vacunal que quieren poner a la altura de las vacunas contra el coronavirus más eficientes en el mundo.
El odio que se inculca a la sociedad crece de forma constante, ya no es solo Humberto López con sus programas televisivos en contra de los que disienten, también está el odio contra los coleros, los que venden viandas por las calles, los que tienen algún negocio particular y hasta con los que ejercen su carrera de forma privada, sin permiso de la dictadura.
Pero este odio que se inyecta al tejido social desde que el niño comienza a ir a la escuela y tiene que decir “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che” tiene su efecto en algunas personas, que llegan a creer que las cosas se hacen por el pueblo, como, por ejemplo, inyectar el candidato vacunal Abdala, el que han subido al cuarto lugar entre todas las vacunas que se han creado en el mundo contra el virus chino.
Sin saber las secuelas que puede traer esta inyección, y aún conociendo que a muchos lo que les inyectan es un placebo, las personas como corderos de un rebaño acuden a su médico de la familia para ser administrados con las dosis.
Y es que hay un altísmo nivel de adoctrinamiento en los medios de comunicación masivos, todos al servicio de la dictadura. Es como si les lavaran el cerebro, e incluso aquellos que no están de acuerdo con lo que está sucediendo en el país se prestan para ser inoculados en la fecha que les corresponde. A algunos –incluso– los están dosificando en los centros de trabajo.
Por su parte, el país en la actualidad está descapitalizado, la dictadura ha dilapidado los bienes que podían encontrarse en la isla, de todo tipo, y por último ha querido hacerse dueño de todos los dólares. La mezcla de estas situaciones abusivas, de hecho, con la población, ha traído como consecuencias un colapso económico, que unido a la pandemia y a los grandes inventos del régimen hacen que falte de todo, incluyendo la medicina y los medicamentos.
Se lleva un récord de los que mueren por el virus chino, aunque no sabemos si se puede confiar en estas cifras, pero no se llevan cuentas de la cantidad de personas que mueren por los graves problemas del Sistema de Salud, desde la falta de una ambulancia hasta lo que deben medicarse aquellos que tienen enfermedades crónicas. En algunos municipios del interior ni siquiera tienen carros fúnebres para darles un entierro digno.
Se ha desperdigado lo que sucede con respecto al virus chino y las personas, como se dice de forma popular, se han tragado el anzuelo, convirtiéndose en peces fáciles de capturar.
Por supuesto, cuando hay que dar la cara al pueblo sobre algo que no funciona o ha salido mal ahí está el embargo para cargar con la culpa. No importa que sea la pérdida de un sembrado de calabaza o un proceso inversionista que no funcionó por las malas condiciones que ofrece la dictadura a los que quieren invertir en Cuba; siempre que salgan a la palestra pública a explicar cualquier suceso que interfiere en la vida de la sociedad ahí está la muleta del embargo para apoyarse en ella.
Se puede explicar entonces que el régimen ama tanto a los que están en la pobreza absoluta en el país que incrementa la ausencia de todo cada día, para proliferarlos.
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