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Empoderando a las niñas en la animación cubana

El personaje de la serie web Yesapín García es una influencer y ejemplo de niña proactiva

Foto: Cortesía del realizador Víctor Alfonso Cedeño

Los estudios de animación contaron con muy pocas mujeres en la dirección de sus equipos creativos en la segunda década de la Revolución, si bien abundaron nombres femeninos en las especialidades de color, guion, edición, fondos y animación, tales como Gisela González, Rosa María Carreras, María Carmen López, Erilda Nagret y Elisa Rivas.

A pesar de este panorama predominantemente masculino, el apartado de animación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) posee obras que, conscientemente o no, contribuyen al empoderamiento específico de las niñas.

Tal es el caso del animado A los payasos todos los quieren (dirigido por Mario Rivas, 1991) con guion de Rosa María Carreras. La obra está encaminada a descubrir la vocación profesional de una niña ante la pregunta formulada por su familia: ¿qué quieres ser cuando seas grande? Al intentar responder la interrogante a la niña se le abre discursivamente un mundo de oportunidades para escoger su vocación.

Desde esta libertad de opciones de realización, el personaje femenino descubre su verdadera vocación: ser payasa. En réplica a la respuesta infantil, el personaje materno le responde: “eso ya lo eres”. La afirmación materna se ve reforzada, además, por la argumentación de la abuela, quien indica que no existen mujeres payasas, pues nadie las contrata. Las mujeres “son payasas siempre”, argumenta también el padre.

Contra los estereotipos de “ser mujer” 

Ante estas refutaciones, la misma niña comprende en segundos que existen estereotipos asociados a la máxima “ser mujer”, como pueden ser cierto histrionismo, y que además se identifican en la construcción de este género, por lo cual, dramatúrgicamente, da un giro y decide identificar el arte escénico del clown en masculino. Decide ser payaso. Ser payaso con “o” es para la niña la única forma de que su vocación sea tomada en serio.

El aparente cambio de vocales dialoga con uno de los temas más importantes para la representación genuina de las niñas y las mujeres en las realidades que viven. El lenguaje inclusivo, uno de los tópicos más vilipendiados y atacados por las personas privilegiadas del sistema patriarcal, adquiere en el animado, en cuestión de varios planos, una significación tan importante y profunda que a veces parece no estar destinado solamente a los públicos infantiles, sino a los mayores también.

Existe en esta respuesta una dualidad ética desde el punto de vista feminista, pues la niña renuncia a su representación genérica a través del lenguaje, para defender su vocación. Esto a la vez puede servir para ilustrar cómo históricamente las mujeres han asumido patrones masculinos en la búsqueda de una aceptación y legitimación en ámbitos profesionales. Todo lo anterior se complementa al ver a la niña imaginándose con ropas tradicionalmente asociadas al género masculino, específicamente el traje de clown.

Las niñas proactivas 

Uno de los pocos animados codirigidos por una mujer en el siglo pasado es el perteneciente a los Estudios de Animación del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), los Cuentos de la Señora Santana. En el mismo, Juana Aguion M., junto a Gerardo Jiménez realizarán una serie de cortometrajes que tienen como protagonista a la muñeca Adelfa.

La fugacidad de estos cortos, que no está precisamente marcada por su duración (la media es de siete minutos), sino por el ágil ritmo de edición que asume, convierte a Adelfa en una detective genial. Alejado de los cánones del cine negro hollywoodense y más cercano a la cándida Jessica Fletcher (Angela Lansbury) de la serie televisiva Murder She Wrote, este personaje muestra una resolución inspiradora para las niñas que la observan a través de las pantallas de la televisión cubana.

Otra niña de serie animada en quien la resolución es su mayor cualidad, es Lili, de los animados que coprotagoniza junto a Tito, esta vez producidos por los Estudios de animación del ICAIC y pensados y dirigidos por Tulio Raggi. Lili es una niña curiosa, proactiva, dentro de los tres animados. Su rol es casi sustituir a los públicos infantiles en las dudas comunes que se presentan a esas edades sobre una gran variedad de temas, tales como el surgimiento de las vasijas, la extinción de los dinosaurios, o la creación del Alfabeto.

También es interesante ver cómo a lo largo de estos tres materiales a Lili se le refuerza una madurez, protagonista en sus actitudes con relación a Tito, que no solo responden a la diferencia etaria aparente entre ambos personajes, sino que también contribuyen a la construcción cultural de que las niñas maduran más rápido que los niños. El interés por aprender que exhibe Lili impulsa una de las claves más importantes para el empoderamiento de las niñas: la educación.

Cuando el científico es una niña 

Asimismo, en el siglo XXI, Gabriela Leal Carrazana y su primer corto Huesitos dialoga con esa línea diversa establecida por animados precedentes, donde los personajes femeninos se convierten en verdaderos íconos de empoderamiento.

Huesitos constituye una revisitación del clásico literario Frankenstein. Solo que en esta ocasión el científico es una niña, interesada además en revivir, en vez de a su príncipe azul, al clásico sapo que le antecede en los cuentos.

Con una proyección visual a lo Tim Burton —en una clara alusión a El extraño mundo de Jack (Henry Selick, 1993), sobre todo al final del relato—, la concepción del personaje femenino dialoga con la intención original de Mary W. Shelley de relatar la relación que se tiene con lo opuesto, con la otredad, en tanto el monstruo de Frankenstein es el otro, aquel al que no sabemos cómo tratar y presuponemos enemigo desde el primer momento. La pequeña científica de Gabriela se ha asumido como la otra, la diferente que no cejará en su empeño de lograr su objetivo.

La relación simbólica entre el sapo y el príncipe busca subvertir un orden clásico y tradicional. Le agrega a la trama de Shelley una relación romántica sentimental; pero no de forma codependiente, sino que esta niña/científica busca crear su propio príncipe azul, en vez de esperar a que mágicamente aparezca en su puerta.

Una empoderada en las redes sociales 

Otro producto audiovisual que ha prendido en los públicos más jóvenes actuales es la serie web Yesapín García, del realizador Víctor Alfonso Cedeño. Siendo un proyecto que busca fines comerciales, siempre ha tenido la precaución de deslizar mensajes de bien público, como el referido al control del tiempo de conexión de los infantes.

Yesapín, en su construcción psicológica, dialoga con Lili y Adelfa, en tanto es una niña proactiva que en ocasiones también resuelve misterios y sobre todo mezcla un mundo imaginario con el más real de los contextos de la emigración cubana en la ciudad de Miami.

La constante interrelación con las redes sociales propias del personaje, convierten a Yesapín en una especie de influencer. Por tanto, la serie web se transforma en un híbrido interesante que no llega a ser propiamente un producto transmedia, pero reconoce su parte en un universo otro, fuera de las clásicas pantallas del cine y la televisión. Y como tal, las situaciones dramáticas que enfrenta se acercan a conflictos propios de las niñas en este siglo de redes e hiperconectividad.

Para la segunda temporada, en el primer capítulo, la serie cae, lamentablemente, en uno de los estereotipos más comunes de la relación entre los personajes femeninos en el audiovisual. De nuevo dos niñas/mujeres (Yesapín y su némesis Denise) se enfrentan por un hombre e, incluso, parecieran que no tienen otro tema de conversación que no fuera el personaje masculino Marlon.

El colofón de esta escena sucede cuando descubrimos que la pelea entre ambas está sirviendo de entretenimiento virtual para Marlon y su primo. La construcción de la male gaze1 del cine de acción real encuentra una fiel reproducción cuadro a cuadro en el animado.

La nueva “habitación propia” que necesitan las mujeres 

Aun así, Yesapín se las arregla para no convertirse en una lady in distress. En el capítulo 4 de la segunda temporada la niña pasa por el clásico entrenamiento militar para vencer a su oponente Denise. Y cuando todo parece ir sobre el canon de las películas bélicas de Hollywood, Yesapín se sale de los esquemas y logra su propia forma de adiestramiento y superación.

Alfonso construye una peculiar mini-bildungsroman, la cual está guiada, tal vez inconscientemente, como una forma de romper estereotipos y crear personajes femeninos que se desarrollen en sus propios términos, sin imitar a los masculinos.

Hasta el momento son escasas las animaciones cubanas de ficción que intentan abordar una realidad tecnológica dentro de la que ya se encuentran inmersas, hace mucho tiempo, adultas y niñas. Y a pesar de estar concebido como un producto comercial, no abandona el enfoque crítico-educativo sobre esta misma realidad tecnológica de la que es fruto.

Si para muchas feministas la democratización de las tecnologías se ha convertido en la nueva “habitación propia” que necesitan las mujeres, Yesapín habita este espacio virtual de forma cómoda e inspiradora (2021).

Nota:
1.El término anglosajón fue acuñado por los estudios feministas para explicar la representación de la mujer en el mundo como un objeto sexual desde la perspectiva del hombre heterosexual. En el arte específicamente, los personajes femeninos no tienen otro objetivo que estar dispuestos dramatúrgicamente para la satisfacción del hombre, tanto los personajes masculinos de la trama, como aquellos que consuman la obra.
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