Para quienes lucharon a sus órdenes, Máximo Gómez fue un padre riguroso, estricto, pero amado. Para el pueblo, un ídolo, un ícono de múltiples y excelsos valores: entereza, audacia, temeridad, sacrificio, humildad, honradez, trabajo, ejemplo personal, firmeza de convicciones, inteligencia, mesura, desinterés, nobleza de espíritu, soberanía, incansable lucha por el bienestar del pueblo. Para él, la Patria estaba por encima de todo.