Presionado por las circunstancias, España respondió con una determinación formidable ante una situación límite contra Eslovaquia (0-5), a la que doblegó con la misma rotundidad que no tuvo ni contra Suecia ni contra Polonia, tan beneficiado por los errores de su adversario, con el ridículo gol del portero Dubravka como expresión máxima.