Se lanzaron con la convicción de Abdala a defender la vida de su pueblo. No blandieron el hierro ni empuñaron la lanza. Sus armas fueron microscopios, reactivos, modelos bioinformáticos. Pero la certeza en la entrega era la misma del indomable guerrero martiano. Abdala es ya vacuna. Su eficacia comprobada es noticia mundial y asombra. Una pequeña nación, hostigada y sin recursos, es capaz de un hecho científico de talla universal