La primera vez que Gerardo Guillén entró al Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) era sábado y salió a las 11:00 p.m. Ese horario inusual se volvió costumbre a partir de ese día. Hubo periodos en que solo iba a casa una o dos veces por semana. Su esposa, que también trabaja allí, mantiene un ritmo parecido.