Sin apenas percibirlo, una pareja tomó asiento justo al lado nuestro y los pocos minutos nos sorprendió escuchar la guantanamera de Joseíto Fernández. Era una versión moderna, pero igual nos apretó el pecho y comenzamos a tararearla de inmediato. Al concluir la canción, todavía asombrado, pregunté a la pareja si alguien sabía que éramos cubanos.