Después de uno de los ya acostumbrados ejercicios de suspense comunicacional –que mantuvo a buena parte del pueblo de Cuba en vilo durante todo el día–, en el programa Mesa Redonda de ayer se informó que a partir del 21 de junio de 2021, las instituciones bancarias y financieras cubanas detendrán temporalmente la aceptación de depósitos en dólares estadounidenses (USD) en efectivo.
Según un comunicado del Banco Central de Cuba, esto se hace «ante los obstáculos que impone el bloqueo económico de Estados Unidos para que el sistema bancario nacional pueda depositar en el exterior el efectivo en dólares estadounidenses que se recauda en el país».
No obstante, las tiendas en MLC comenzaron a funcionar en septiembre de 2019 y desde ese entonces era posible realizar depósitos en USD usados después por el Estado cubano en sus intercambios. ¿Por qué ahora, veintiún meses después, los problemas para realizar operaciones en el extranjero hacen que las instituciones bancarias y financieras de la Isla dejen de recibir esa moneda si la Administración Biden no ha decretado nuevas medidas contra Cuba?
Durante su intervención en el programa, Carlos Fernández de Cossío, director general de Estados Unidos del Minrex, señaló que «debido a la combinación de una cantidad desproporcionada de efectivo con la imposibilidad de darle uso en el exterior porque no hay instituciones que reciban, procesen, cambien este efectivo, queda Cuba con una cantidad que pierde su valor de uso dentro de la economía cubana».
Sin embargo, el 19 de mayo pasado Cubadebate publicó una nota de CADECA en la que anunciaba que, «teniendo en cuenta la poca disponibilidad de divisas extranjeras en las Casas de Cambio nos vemos obligados a adoptar la decisión, a partir del 20 de mayo de 2021, de suspender el servicio de recanje de moneda libremente convertible (MLC), en las oficinas ubicadas en los aeropuertos internacionales».
Es obvia la incoherencia entre ambos anuncios.
Esta normativa pone los productos que ofertan las tiendas en MLC aún más lejos de los cubanos, dado que la inmensa mayoría de las ayudas que reciben las familias son en USD, puesto que es en Estados Unidos donde está la mayor parte de nuestra diáspora. Asimismo, acentúa el proceso de devaluación del CUP y aumenta exponencialmente el valor de otras divisas internacionales, como el euro y la libra esterlina, en el mercado informal, lo que reduce aún más la capacidad de adquisición de los salarios.
El comunicado del Banco Central de Cuba concluye diciendo que «la duración de esta medida dependerá de la eliminación de las restricciones que impiden el normal funcionamiento de los procedimientos de exportación de la moneda estadounidense». Tal afirmación hace pensar que detrás de su adopción existe el deseo de presionar al gobierno de los Estados Unidos para que levante las sanciones contra la Isla. Esas sanciones son tan inmorales como lo es usar las remesas de las familias cubanas para ejercer cualquier tipo de presión.
En medio de una situación tan precaria como la que vive hoy el pueblo de Cuba, el acceso a toda la información que permita una toma adecuada de decisiones en la planificación de la economía familiar y personal no es solo un deber de los funcionarios públicos, sino un acto de decencia y coherencia política.