Con apenas 16 años el cubano Maikel Massó ganó su primera corona mundial entre cadetes, luego repitió en la categoría juvenil y comenzó a competir con adultos como un adelanto del futuro cercano que parecía le llevaría sin demora al estrellato. “El año pasado comencé con una meta, que era llegar a Tokio y lo logré”, dice cuando le preguntan por la próxima competición.