Hoy ponemos en contexto un asunto que prácticamente ocupa la agenda informativa diaria. Si ya sacó su cuenta, sabe que hablaré de la COVID-19 y el muy compleo escenario epidemiológico de la provincia, créame que hasta a nosotros, los periodistas, ya nos cuesta hablar del tema.
Por supuesto que el incremento del número de casos de esta semana, nos dejó a todos algo choqueados, si porque no me dirá que después de conocer la cifra de 134 casos del pasado lunes, usted no se hizo muchas preguntas. Seguro que sí, también me las hice yo.
Cada rebrote supera al anterior, siempre que se dejan brechas (no solo en la COVID sino en todo lo que hagamos en la vida) hay consecuencias. Lamentables consecuencias que pagamos todos, los que nos cuidamos y los que siguen pensando que la enfermedad no mata.
Llegado a este punto usted dirá: bueno, pero si el mayor numero de casos proviene de eventos institucionales cerrados, o sea, centros en los que nadie entra y nadie sale, por lo que no hay peligro de contagio en la comunidad donde están enclavados. Eso quisiéramos creer, pero la realidad es otra.
La irresponsabilidad de algunos marca el escenario epidemiológico
Alrededor de un número frio hay trabajo dejado de hacer, está la insuficiencia de alguien o la irresponsabilidad de otro. Están los que no quieren buscarse problemas con el vecino y entonces no lo dan como contacto, o el que dice: no se te ocurra decir que soy tu contacto que no puedo ir a un centro de aislamiento porque la cosa está mala. Sin dudas: en esos casos no hay el menor respeto por la vida.
Hay números que definitivamente tienen que llamarnos a capítulo. Se incrementan los casos en las terapias, pero también, escuche bien, no todos los graves son adultos mayores, ya los hay más jóvenes entre ellos.
La agresividad de las nuevas cepas hace que la transmisión sea más rápida y que si la persona no tiene síntomas, sea algo así como un aspersor regando microgotas por donde quiera que pasa.
Nos ha faltado disciplina, respeto, cuidarnos. Porque es cierto que hay que garantizar la subsistencia diaria, pero nadie le dijo que, para hacerlo, tenía que estar a menos de un metro de otra persona en una cola. A un año y tres meses exactamente de detectarse los primeros casos en Cuba, seguimos viendo celebraciones familiares que muchos postean en sitios de redes sociales, reuniones de trabajo que terminan con un encuentro amistoso, o como me pasó ayer cuando salía del canal, alguien pasó a mi lado sin nasobuco y sin la menor intención de cubrirse.
En nuestros barrios hay indisciplinas todos los días, y así es imposible que termine la pandemia. Definitivamente hay quien no piensa en el daño sicológico que hace el encierro, el hecho de reconvertir nuestra rutina diaria, dejar de compartir con los amigos, limitar las actividades de nuestros niños.
No dejar la vida a la suerte
El escenario epidemiológico es muy complejo y lamentablemente algunos han querido dejar a la suerte el destino de su vida o quizás piensan que total, ya tenemos candidatos vacunales, pronto vacunas y todos estaremos a salvo. Pienso que el tremendo esfuerzo de nuestros científicos, el de los sanitarios que han pasado mas tiempo en zona roja que con su familia o el de las autoridades que velan por nosotros, debía tener mejor recompensa.
Ya veremos qué nos deparan los próximos días, por lo pronto lo espero el viernes para seguir poniendo la noticia en contexto.