En una empresa cerca de Boyeros en La Habana se ensamblan ahora mismo los televisores para las aulas de miles de escuelas cubanas. 30 personas trabajan al mismo tiempo en una línea de ensamblaje. En el mundo podrían ser solo 15 o incluso 10. Pero el bloqueo, una política impuesta hace 60 años, impide acceder a nuevas tecnologías que automatizarían esta producción.