“Las 4:30 y la 5:20 de la tarde, horas que marcan un reloj sin detener, se han fijado en mi cuerpo como marcas que siempre cargaré, en este tiempo, yo cantaba arengas, extendía mi brazo arriba, demostrando mi rasgo de inconformidad, entonces el estallido llegó, los integrantes del Esmad empezaron a moverse entre las calles, para dispersar a los manifestantes, luego llegó el sonido del disparo, me arrojaron un gas a la cara, a mi ojo derecho, parecían que nos estuvieran cazando.”, relata Daniel desde una clínica de Cali.