La imagen de un enjambre de drones con cámaras de video y capacidad para aprender a detectar movimientos de unidades militares y abatirlas causaría escalofríos a cualquiera: que miles de drones armados y coordinados destruyeran cuanto encontraran a su paso, humanos incluidos, sería una escena terrorífica para la mayoría, pero idílica para la industria militar.