Mientras los trabajadores estadounidenses tienen que pagar impuestos por hasta el último centavo de sus ingresos, los ciudadanos más ricos de ese país dejar de aportar cada año cientos de miles de millones de dólares. “El resultado es que la mayoría de los asalariados pagan su parte justa, mientras que muchos dueños de negocios se involucran en un fraude flagrante a expensas públicas”, señala un editorial de este domingo de The New York Times