Centrado en la enseñanza, el propósito tenía alcance social, por lo que se tradujo en la creación de universidades populares, pronto disueltas —dado su carácter subversivo— por las dictaduras dominantes en la América Latina de entonces. En la Cuba revolucionaria, para marchar hacia adelante, se hacía imprescindible romper las estructuras anquilosadas, concebidas para transmitir de manera mecánica lo ya sabido. Este proceso iba acompañado, en el mejor de los casos, de un conjunto de habilidades prácticas.