No habla de temas desconocidos o escogidos por moda. Cada palabra se sostiene por su experiencia personal incuestionable. La conversación, al fondo la imagen abierta del mar y la ciudad, y una persona entera que escucha a un vecino, un padrino, un pelotero, una joven estudiante, un niño ilusionado…, o sea, a la gente. Así mismo parecía escuchar y hablar un más allá de su interlocutora en el programa La Pupila Asombrada, para entrar con calidez y verdades afiladas en hogares y sensibilidades. Fue el sentimiento que percibí como generalidad inmediatamente después de terminada la emisión televisiva.