Desde las diestras manos de la seño Martha Elena se alcanza a ver el pequeño frasco, en el que resalta la palabra Abdala. Ella lee detenidamente las letricas grabadas, para luego virar el bulbo e introducir en él la fina aguja de la jeringuilla sostenida de manera firme. Extrae la dosis exacta, “porque del contenido de cada uno debo inyectar a 10 personas”.